La agricultura a pequeña escala aporta seguridad alimentaria
Las prácticas agrícolas sostenibles en la agricultura a pequeña escala pueden aportar seguridad alimentaria y reducir la pobreza en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo y menos adelantados
La agricultura a pequeña escala desempeña un papel fundamental en la promoción de una agricultura sostenible, especialmente en los países en desarrollo y menos adelantados.
Los pequeños agricultores, que explotan sólo el 12 % de todas las tierras agrícolas, producen alrededor del 35 % del suministro mundial de alimentos. Una parte considerable de las explotaciones a pequeña escala se concentra en los países de renta baja o media-alta, y representan respectivamente el 36 % y el 47 % de las tierras agrícolas de todo el mundo. Se estima que en estos países, una media del 59 % de la población trabaja en el sector de la agricultura.
Con esta importante proporción de población, la agricultura a pequeña escala podría ser el motor clave de una agricultura sostenible que garantice la productividad alimentaria y la estabilidad de los ingresos en los países en desarrollo y en los países menos adelantados.
Los pequeños agricultores tienen el potencial de promover una agricultura más sostenible en los países en desarrollo. Al contrario de la agricultura industrializada, la agricultura a pequeña escala puede contribuir de forma eficaz al aumento de las variedades de cultivos y a una mayor productividad per cápita de la tierra.
Además, a diferencia de la agricultura industrial, los pequeños agricultores destinan un mayor porcentaje de tierra a la producción de alimentos y generan menos residuos alimentarios. Asimismo, como no utilizan en exceso fertilizantes nitrogenados sintéticos, pueden reducir de forma eficaz las emisiones de gases de efecto invernadero.
Con unas condiciones climáticas estables, es menos probable que los pequeños agricultores recurran a la sobreexplotación de la tierra para mantener un rendimiento alimentario suficiente, lo que alivia considerablemente la presión medioambiental. Los pequeños agricultores son el motor de un ecosistema más resiliente y sostenible, y son clave para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 13 de la ONU sobre acción climática y el ODS 15 relacionado con la vida en la tierra.
Dado que la agricultura regenerativa mitiga los impactos causados por el cambio climático, conducirá a la reducción de la pobreza, a una producción estable de alimentos y a la seguridad alimentaria, con lo que apoyará el ODS 1 (No a la pobreza) y el ODS 2 (Hambre cero).
Pero hay varios desafíos en este camino. Los pequeños agricultores, especialmente los radicados en los países en desarrollo, son más vulnerables a las condiciones meteorológicas extremas. Además, se ven afectados de forma desproporcionada por el cambio climático y tienen una capacidad limitada para adaptarse a las perturbaciones climáticas y a las caídas en la producción de alimentos.
El hecho de tener que depender en gran medida de la agricultura de secano hace que los pequeños agricultores sean vulnerables a la volatilidad del clima. Con la inestabilidad de los ingresos y la inseguridad alimentaria, los agricultores se ven empujados a adoptar prácticas agrícolas insostenibles, como el sobrepastoreo y la deforestación, para buscar más tierras cultivables.
Esto, a largo plazo, exacerbará la degradación de la tierra, y hará que las condiciones climáticas sean más extremas, lo que hará a su vez que los agricultores sean más vulnerables a los desastres climáticos. En consecuencia, el empeoramiento de las condiciones climáticas agravará la volatilidad de los ingresos familiares y la inseguridad alimentaria.
Sin unos ingresos estables y un acceso fácil a la financiación, los pequeños agricultores, especialmente los radicados en los países menos adelantados, no disponen de los medios financieros para invertir en insumos agrícolas resilientes al clima (como semillas o fertilizantes orgánicos) para escapar de este círculo vicioso.
Frente a la creciente volatilidad del clima, la solución fundamental empieza por establecer un sistema agrícola sostenible y resiliente al clima.
Los fondos para el clima son esenciales para animar a los pequeños agricultores a adoptar tecnologías que impulsen la productividad alimentaria y alivien al mismo tiempo la presión medioambiental. Asimismo, los programas de financiación amortiguarán el choque climático para los pequeños agricultores y garantizarán sus ingresos básicos y el suministro de alimentos.
A nivel internacional, existen varios programas de financiación, entre los que se incluyen los siguientes: La Financiación del Riesgo de Catástrofes proporcionada por el Grupo del Banco Mundial; el Programa de Adaptación para la Agricultura en Pequeña Escala creado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de la ONU; y el Fondo para los Países Menos Adelantados y el Fondo Especial para el Cambio Climático puestos en marcha por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Estos programas de financiación trabajan con los sectores público y privado nacionales para asignar de forma conjunta fondos a los pequeños agricultores necesitados.
Los insumos resilientes ante el clima deben ir acompañados de formación. Los pequeños agricultores necesitan aprender a manejar tecnologías innovadoras, adaptarse al cambio climático y pasar a una agricultura regenerativa. Aparte de los amplios programas de formación impartidos por las organizaciones o las fundaciones internacionales, el aprendizaje entre iguales también desempeña un papel fundamental para mejorar la disposición de los pequeños agricultores a adoptar prácticas más productivas y regenerativas, especialmente en las comunidades agrícolas más unidas de los países menos adelantados.
Con fondos suficientes y una formación adecuada, los pequeños agricultores pueden acceder a recursos apropiados y a información actualizada, lo que reduce eficazmente la asimetría de la información y refuerza su capacidad de adaptación.
De hecho, la capacitación de los pequeños agricultores dará lugar a un triple beneficio en términos de sostenibilidad medioambiental, seguridad alimentaria y reducción de la pobreza, lo que tendrá un profundo impacto en la agricultura sostenible.