Tierra para las mujeres, fonio para todos
¿Cómo volver a cultivar tierras abandonadas y degradadas, potenciar los derechos de las mujeres y luchar contra el hambre al mismo tiempo?
Por medio del cultivo de fonio, una idea revolucionaria de Salma Abdulai en el norte de Ghana.
A Salma Abdulai le brillan los ojos cuando habla de la misión de su vida: cambiar la narrativa de las mujeres de su comunidad en Yendi, Ghana. No es una tarea fácil, aunque es factible.
Salma creció en el norte de Ghana, en un hogar típicamente agrícola en el que su padre cultivaba arroz y maíz. Desde pequeña, Salma observó que las mujeres de la comunidad también trabajan duro la tierra para que la familia pudiera llegar a fin de mes.
«Las mujeres sólo pueden ayudar a sus maridos o a otros hombres en la agricultura, pero no pueden poseer las tierras. Imagínense no poder tener acceso a la tierra en una sociedad en la que más de 90 % depende de la agricultura».
Al acabar sus estudios, esta joven defensora creó una organización no gubernamental (ONG) con el objetivo de convencer a los hombres para que les dieran tierras a las mujeres. Sin embargo, no fue hasta que Salma comenzó su máster en economía agrícola cuando las cosas empezaron a ponerse interesantes.
Más de la mitad de la población activa de Ghana se dedica a la agricultura, y de ella, casi el 40 % son mujeres. La agricultura contribuye al 54 % del PIB del país y constituye más del 40 % de los ingresos provenientes de la exportación. Asimismo, cubre más del 90 % de las necesidades alimentarias del país. La agricultura de Ghana es predominantemente minifundista, tradicional y de secano, sobre todo en el norte.
En los últimos años, con el aumento de las sequías y las precipitaciones extremas causadas por el cambio climático y la deforestación provocada por el ser humano, la erosión arrasó la capa superior del suelo y lo dejó estéril. Esto, sumado a las prácticas excesivas de fertilización, ha provocado que cada vez haya más tierras abandonadas en el norte del país.
¿Cómo se convierte esta tierra abandonada y poco fértil en suelo cultivable? Un profesor de la universidad dio a Salma una idea ganadora.
«Nos habló del fonio, un cereal que podría detener el hambre gracias a su alto valor nutritivo. Su potencial real como cultivo agrícola no me llamó la atención en un principio, pero esto cambió cuando nos dijo que crecía prácticamente en todas partes».
El fonio obtiene sus nutrientes a seis metros por debajo de la superficie del suelo, no necesita mucho para poder crecer ni mucho tiempo (ocho semanas hasta la cosecha) e incluso fertiliza la tierra. Este cultivo resistente al cambio climático tiene un alto contenido en fibra, hierro, aminoácidos y proteínas, y es lo suficientemente versátil como para utilizarse para el desayuno, el almuerzo y la cena.
Aunque se trata de un superalimento sin gluten repleto de nutrientes y crucial para la seguridad alimentaria de África, este «grano ancestral» africano sólo se ha utilizado en ocasiones tradicionales.
Salma se propuso cambiar eso con una idea sencilla: construir comunidades sostenibles alrededor de este cultivo que nutran la tierra, la gente y la sociedad.
En 2014 nació AMAATI, una empresa social ghanesa dirigida por Salma y su marido. Comenzó con diez mujeres sin tierra en 2014 y hoy trabaja con más de 5500 pequeños agricultores, de los que casi 4900 son mujeres, en 80 comunidades de las tres regiones septentrionales, y que cultivan 8000 acres.
Para convencer a los hombres para que cedieran sus tierras agotadas a las mujeres, Salma se reunió con los jefes y los ancianos de las comunidades. Como custodios de la tierra, son ellos los que pueden ayudar a las mujeres a utilizarla para cultivar fonio. De este modo, las mujeres están en mejores condiciones de apoyar económicamente a sus maridos y familias y pueden enviar a sus hijos a la escuela.
Con el tiempo, AMAATI tuvo que intervenir cuando los maridos se dieron cuenta del éxito que estaban teniendo sus esposas con la venta del fonio, un cultivo que se paga a un precio superior a otros debido a su certificación ecológica. La empresa implica cada vez más a los hombres en el cultivo y la transformación para evitar cualquier conflicto debido a las normas culturales.
AMAATI sólo alcanzó el éxito una vez consiguió su certificación ecológica.
Gracias a la orientación personalizada proporcionada por el Centro de Comercio Internacional (ITC), AMAATI identificó las lagunas existentes para poder cumplir con el reglamento UE/NOP necesario para encontrar compradores fiables en los mercados europeo y estadounidense.
El formador proporcionó a la empresa la información necesaria sobre cómo evitar la contaminación cruzada de los campos de cultivo cercanos y sobre la higiene en las instalaciones de procesado, y puso en contacto a AMAATI con el Proyecto de Agricultura Orientada al Mercado de la GIZ. La empresa recibió una financiación que cubrió el 80 % de los costes de auditoría y certificación.
Con la certificación ecológica, AMAATI ha conseguido hacerse un hueco en el mercado mundial de productos sin gluten, valorado en 20.000 millones de dólares de EE. UU.
Desde 2019, la empresa ha podido suministrar más de 19 toneladas de fonio a un comprador de los Países Bajos y cinco toneladas a otro de Estados Unidos de América. Estas ventas han beneficiado también a los 35 trabajadores de AAMATI y las miles de mujeres productoras.
Y esto no es todo. El proyecto ha llamado la atención de otras ONG, universidades y socios de desarrollo, que reconocen las ventajas del fonio. Las agricultoras han empezado a transformar el producto ellas mismas y otras empresas utilizan los granos de fonio de AMAATI para revenderlos en el mercado bajo su propia marca. Salma alienta esta competencia, ya que así aumentará el interés y la concienciación entre los diferentes grupos destinatarios.
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AMAATI aspira a ayudar en los próximos cinco años a 15.000 hogares de las zonas rurales y a 90 millones de personas en todo el mundo, con una producción de 10 toneladas al día frente a las 3,5 toneladas actuales.
«Ahora mismo, estamos trabajando para conseguir certificación de seguridad alimentaria FSSC 22000 con Nestlé».
Sin embargo, lo más importante para Salma es el impacto y la influencia que puede tener su trabajo en las mujeres de su comunidad.
AMAATI es beneficiaria del Programa de Comercio para el Desarrollo Sostenible del Centro de Comercio Internacional. A través del centro GreenToCompete del ITC en Ghana, financiado por Suecia, la empresa recibió asesoramiento sobre el cumplimiento de las normas ecológicas. Asimismo, el centro le ayudó a obtener financiación para la certificación y las auditorías necesarias relacionadas con el cumplimiento de las normas ecológicas.