Kava: el oro verde de Vanuatu bulle en los mercados especializados
Puede que nunca haya probado ni oído hablar de la kava, una planta autóctona del Pacífico Sur. Pero están apareciendo cada vez más bares de kava en nuevos mercados gracias a comerciantes apasionados como Michael Louzé. Este ciudadano de Vanuatu comercia con un producto de calidad que empodera económicamente a los agricultores indígenas, al tiempo que se aleja de los productos tradicionales introducidos durante la época precolonial.
La kava es amarga, es fuerte, y no se parece a nada que haya probado antes. Así lo describe Michael Louzé, de Vanuatu. Si quisiera compararla con otros productos, diríamos que las raíces frescas y verdes de kava son tan exóticas como una taza de café solo o tan fuertes como el queso azul, pero en lugar de excitarle como la cafeína, sus efectos sedantes le relajan.
Por ello, no es de extrañar en absoluto que los «Nakamals», bares de kava originales de las islas del Pacífico, hayan sido lugares populares de reunión en Vanuatu durante los últimos 1000 años, donde los lugareños se reúnen para beber kava... y para socializar. Tradicionalmente, el agua en la que se diluyen las raíces de kava, se consume con fines medicinales, sociales y ceremoniales. La kava nunca se bebe estando solo, dice Michael.
La familia de Michael es originaria de los pequeños Estados insulares del Pacífico y, tras estudiar en París, la naturaleza le llamó para que regresara a Vanuatu, una nación del océano Pacífico Sur formada por unas 80 islas.
Tras licenciarse en Agricultura, Michael inició su trayectoria profesional en el Vanuatu Agricultural Research and Technical Center (Centro Técnico y de Investigación Agrícola de Vanuatu), en el que trabajó con los productores de cultivos tradicionales como el café y el cacao.
Este trabajo no era el adecuado para el joven licenciado, ya que los consultores externos redactaban informes que no aportaban ningún cambio ni nuevos resultados.
«La gente que viene de fuera por poco tiempo no puede entender el contexto local, y no tiene la paciencia suficiente para alcanzar soluciones sostenibles».
Michael veía que su trabajo tenía poco impacto, por lo que decidió probar en el sector privado, intrigado por la idea de exportar kava para obtener mejores resultados. La kava forma parte de la vida cotidiana y de la tradición de las islas, por lo que muchos lugareños se sintieron atraídos por la oportunidad de cultivar y vender esta planta, sobre todo después de siglos de cultivos de escaso valor antes de la independencia del país.
«Cuando uno trabaja para el sector privado, tiene que tener en cuenta que cada decisión está orientada a los resultados y que va a tener un impacto. Fueron precisamente mis tres años trabajando con las comunidades y las cooperativas los que me ayudaron a ver esto».
Gracias a su primer auge exportador en los años 90, la kava era un producto que aportaba seguridad financiera, lo que ofrecía un buen incentivo a los agricultores y comerciantes. Sin embargo, el tiempo que Michael trabajó para una empresa asociada con la farmacéutica alemana Schwabe duró poco, ya que Europa prohibió las importaciones de la planta en 2002. El joven gestor de proyectos tuvo que encontrar una forma alternativa de hacer realidad el comercio de kava.
Cuando empezó a trabajar para un destacado ganadero y exportador de cacao de la isla de Espíritu Santo, en Vanuatu, Michael empezó a comprar kava a los agricultores, con lo que empezó a competir con el único comprador de la isla en aquel momento, que pagaba el kilo a menos de 2 dólares de los EE. UU.
Sin embargo, con el tiempo, el precio subió lentamente a medida que los mercados regionales se recuperaban y la mayor parte del cultivo de kava se enviaba a Fiji y a Nueva Caledonia.
Michael se trasladó de Espíritu Santo a Port Vila en 2010 y puso en marcha South Seas Commodities, una pequeña empresa familiar. El mercado estadounidense se convirtió en un importador importante y en 2015 la kava experimentó un nuevo auge.
Ahora, más de 10 años después, la Comunidad del Pacífico informa de que las exportaciones anuales de kava de Vanuatu representaron casi la mitad de todas las exportaciones en 2020 (49,1 %, lo que equivale a 774 toneladas), y el 75 % en el primer trimestre de 2023.
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South Seas Commodities opera un centro cerca del aeropuerto, a las afueras de Port Vila, en el que recibe raíces de kava «nobles» de las islas exteriores (entre 500 y 1000 kg por semana) que se limpian, pelan, cortan, lavan y secan al sol gracias a los secadores solares y eléctricos que Michael ha instalado.
Las entregas están coordinadas por seis agentes / agricultores líderes, que trabajan cada uno con más de 30 agricultores en diferentes comunidades.
En South Seas, los productos se someten a una inspección minuciosa, a un lavado a presión con agua filtrada y a un proceso de higienización. Después, las raíces y las astillas se venden como producto bruto a granel, principalmente a los Estados Unidos de América y a Francia.
«Estos mercados aprecian nuestra calidad. Gracias a nuestro paso adicional de desinfección y secado rápido, y a que nos abastecemos sólo de las mejores raíces de todas las islas, el valor de nuestra kava ha aumentado, lo que significa más ingresos para todos».
Como presidente de la Vanuatu Kava Industry Association (Asociación de la industria de kava de Vanuatu) desde hace más de diez años, Michael intenta que la kava siga siendo un producto de primera calidad y bien remunerado para los agricultores. Y hay varias razones para ello.
Por primera vez, los agricultores disponen de un cultivo con un excelente rendimiento, por lo que el país corre el riesgo de caer en el monocultivo. Esto significa que se dispone de menos plantaciones destinadas a asegurar la alimentación de la isla y más erosión potencial del suelo cuando llegan los ciclones.
Éstos son sólo algunos de los retos que Michael y los demás representantes de la Vanuatu Kava Industry Association debaten en las reuniones entre el gobierno y el sector privado para encontrar soluciones.
«La kava es de gran importancia para la economía de Vanuatu. El 100 % de nuestros agricultores son agricultores indígenas de subsistencia que por primera vez tienen acceso a un producto autóctono que les empodera. Esta es su oportunidad, por lo que debemos hacer las cosas con mucho cuidado».
Según Michael, la kava debería ser una prioridad para el gobierno. Al comerciante le gustaría que se discutiera la prohibición de importar kava en el Reino Unido, entre otros países europeos. «En lugar de impulsar la ayuda al desarrollo o las inversiones en infraestructuras, el gobierno debería centrarse en el comercio».
«El comercio es la solución a nuestra dependencia económica. Conseguir ayuda no es sostenible. Da la sensación de que los países quieren que dependamos de la ayuda externa. No hay ninguna razón para no permitir la exportación de kava, sobre todo cuando importamos alcohol del resto del mundo».
El Centro de Comercio Internacional, en colaboración con la Comunidad del Pacífico, está trabajando con Michael y otros comerciantes y productores de Vanuatu para desarrollar las capacidades agrícolas, mejorar los procesos de transformación y el valor añadido y conectar con los mercados potenciales.
«Si se ayuda a los agricultores con una producción de calidad, los exportadores pueden ofrecer un precio superior. Todos ganan en la cadena de valor».
Al final de nuestra entrevista, Michael sólo tiene una cosa más que decir: «¡Todo el mundo debería probar el kava y ver cómo es!» Yo, por mi parte, le tomo la palabra.
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El Centro de Comercio Internacional, en colaboración con la Comunidad del Pacífico, está poniendo en marcha en Vanuatu el programa UE-ACP Business Friendly para apoyar al sector de la kava. La iniciativa, financiada por la Unión Europea y la Organización de Estados de África, el Caribe y el Pacífico (OEACP), aspira a mejorar la competitividad y la conectividad con el mercado de los operadores de la cadena de valor, incluyendo los agricultores familiares, los agroempresarios, los transformadores y los comerciantes como Michael Louzé. Un elemento central de estos esfuerzos son las prácticas de producción sostenibles para desarrollar resiliencia y modelos de negocio financiables para atraer inversiones. Además de Vanuatu, el programa se ha puesto en marcha en 12 países de África el Caribe y el Pacifico, dando prioridad a los siguientes cinco sectores: el café, el cacao, el algodón, el coco y la kava.