Turismo inteligente en Vanuatu: regeneración del orgullo de los pueblos indígenas
En 2019, Vanuatu, un pequeño Estado insular en desarrollo del Pacífico, fue clasificado como el país más vulnerable del mundo ante los desastres naturales. Situado en el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, el país experimenta una frecuente actividad volcánica y sísmica y se enfrenta a amenazas existenciales debido a la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos y el aumento de la frecuencia y gravedad de las catástrofes naturales.
Evelyn Seltier, de Forum de Comercio, habló con Jerry Spooner, Director Ejecutivo y fundador de Regenerative Vanua y antiguo Director de Turismo de Vanuatu, sobre las mejores formas de proteger este precioso archipiélago, su cultura y, lo que es más importante, su gente.
La entrevista ha sido editada y condensada para una mayor claridad.
El modelo de industria turística del país no es bueno para nuestra economía. La pandemia de COVID-19 y las recurrentes catástrofes naturales que azotan nuestras islas han confirmado nuestras preocupaciones.
Los informes del Consejo Mundial de Viajes y Turismo indican que el turismo podría generar una enorme cantidad de dinero para nuestro pueblo, pero no tienen en cuenta las fugas y la falta de inversiones en el desarrollo de los destinos para garantizar una mayor participación de los pueblos indígenas. Nada más lejos de la realidad, en la actualidad nos estamos enfrentando a los daños infringidos a nuestra cultura y al medio ambiente.
La Estrategia de Turismo Sostenible de Vanuatu 2021-2025 aborda estos retos y garantiza el bienestar de los anfitriones locales a través de un turismo de alto valor y de bajo impacto. Además, impulsa la resiliencia mediante el desarrollo de productos turísticos nicho y diversifica nuestra agricultura a través del agroturismo. Por último, la estrategia también se centra en la sostenibilidad a través de la certificación, la inversión y el emprendimiento de la «Ni-Vanuatu», la población indígena del país.
El turismo nos ayudará a conseguir el cambio que queremos, y con la inclusión de la voz de las comunidades indígenas, y no de los inversores extranjeros, estamos devolviendo el poder al pueblo.
Desde la independencia del país en 1980, la participación de las comunidades indígenas en el sector turístico ha sido mínima. Debido a su situación geográfica, el país es muy vulnerable y la economía se ha vuelto muy dependiente de la ayuda externa. Los gobiernos y los socios para el desarrollo aportan fondos y subvenciones, pero en el sector turístico, la mayoría de los que se benefician del modelo actual son empresas de propiedad extranjera que se concentran en las zonas urbanas. Y esto no debería ser así.
Al contrario, deberíamos aspirar a ser más resilientes, y no confiar en un modelo que nos incita de forma continuada a depender de las limosnas. El agroturismo regenerativo es la respuesta a esto, ya que reaviva el orgullo de los conocimientos tradicionales, el orgullo de ser un agricultor indígena. Para nosotros, se trata de una revolución social, centrada en la seguridad alimentaria, el bienestar de nuestra gente y la preservación de nuestra cultura. Este es el enfoque holístico que buscan ahora los turistas.
Desde que pusimos en marcha nuestro proyecto piloto en 2021, la respuesta ha sido muy positiva. La participación de las pequeñas empresas rurales se ha disparado y es mayor de lo que habíamos previsto en un primer momento. ¡Esto fue una gran ventaja añadida! Ahora, las comunidades indígenas participan en los negocios relacionados con el turismo en lugar de ser sólo proveedores de servicios, como camareros, jardineros o animadores del modelo turístico tradicional. Ahora tenemos la oportunidad de que el dinero se quede en el país y de que no tengamos que depender de inversores extranjeros para poner en marcha proyectos turísticos, que al final se acaban llevando el dinero a otra parte.
Es una transición interesante. Por ejemplo, en la actualidad, estamos trabajando con tres de las 282 comunidades en un proyecto piloto, con el apoyo del Centro Australiano de Investigación Agrícola Internacional (ACIAR), para revisar sus planes locales de gestión comunitaria e introducir el uso de formas tradicionales en la nutrición, la agricultura, la educación y la cultura, así como la medicina.
Nuestro reto es la influencia de los inversores extranjeros. Pero siempre estamos buscando nuevos socios para el desarrollo que respalden nuestro programa.
También estamos tratando de poner fin a los complejos turísticos y a las llamadas explotaciones agrícolas «falsas», que sirven exclusivamente para fines de entretenimiento y que no apoyan la producción de alimentos, por medio de la educación a los inversores. ¿Qué ocurriría, por ejemplo, si las fronteras volvieran a cerrarse? Necesitamos tener seguridad alimentaria. Necesitamos disponer de agricultores reales que puedan alimentarse a sí mismos, a sus familias y a sus comunidades, así como abastecer a los restaurantes, a los centros turísticos y al resto del país. Los inversores deberían subvencionar sus costes y mantener la viabilidad de las explotaciones agrícolas, por su propio interés.
Desde mi experiencia, no se conseguirá ningún resultado tangible a menos que se incluyan a todas las comunidades, entre las que se encuentran los pueblos indígenas.
En Vanuatu, la comunidad indígena constituye la mayor parte de la población, por lo que si no se cuenta con su apoyo, no sirve de nada. ¿Y esto, cómo se consigue? Es necesario ser proactivo. Todos han participado en nuestra nueva política. Desde los médicos y los policías hasta los pescadores y los agricultores, todos tienen un papel que desempeñar en el sector del turismo.
Hemos definido juntos cuáles son sus funciones y cómo pueden beneficiarse de este modelo turístico.
Seguiremos necesitando ayuda del exterior, pero los inversores o asesores extranjeros tendrán que desempeñar un papel de apoyo y no de liderazgo. Por su parte, los gobiernos deben asegurarse de que todas las políticas estén dirigidas por el propio país.
Las normas [de sostenibilidad] son muy importantes pero a la vez son muy costosas debido a la formación, la certificación y las auditorías externas necesarias. Los pueblos indígenas necesitarían incentivos en forma de subvenciones para poder permitirse la certificación.
Esta es la razón por la que Regenerative Vanua está trabajando para convertirse en un organismo de certificación. Nuestro objetivo es apoyar a las comunidades rurales indígenas para que puedan conseguir la certificación y la promoción necesaria. Su reto es la dificultad para comprender y apreciar el papel de las normas, así como los costes. En la actualidad, buscamos apoyo para subvencionar los costes y que puedan acceder a la verificación por terceros.