Los problemas del ACS
Los servicios son esenciales para todas
las producciones, exportaciones e inversiones
de una economía. Así, un sector
de los servicios ineficiente representa
un obstáculo incómodo para el rendimiento económico.
La creciente aceptación de esta realidad
económica ha conducido a una liberalización
autónoma sin precedentes de los mercados
de servicios de todo el mundo en las últimas
décadas.
Sin embargo, los acuerdos comerciales,
y especialmente el Acuerdo General sobre el
Comercio de Servicios (AGCS), no han obtenido
éxito a la hora de blindar políticas autónomas. En
el caso del AGCS, una dinámica de negociación
más amplia en la Ronda de Doha podría haber
ejercido la mayor influencia impedidora. La presión
por elaborar un Acuerdo sobre el Comercio
de Servicios (ACS) responde a la gran frustración
de aquellos que están a favor de la apertura de
los mercados de servicios.
Las numerosas ventajas del propuesto
ACS serían fáciles de encomendar si las negociaciones
lo representaran como lo que es:
posiblemente el mayor acuerdo comercial preferencial
en el marco del artículo V del AGCS hasta
la fecha. De acuerdo con la limitada información
que se ha filtrado de las conversaciones, se puede
prever una serie de reservas legítimas, tanto procedimentales
como sustantivas, que indican que
en cualquier momento se podría incorporar el
acuerdo a la arquitectura de la OMC o incluso
reemplazarla.
La llegada del ACS representa una verdadera oportunidad para avanzar la liberalización preferencial de los mercados de servicios en un conjunto de países que son responsables de dos tercios del mercado mundial. Este número se acercaría a los cuatro tercios del comercio mundial de servicios si China consigue unirse a las negociaciones. Aunque esta cifra esté muy por debajo del 90%-95% alcanzado en recientes acuerdos plurilaterales en la OMC en áreas como la tecnología de la información, las telecomunicaciones básicas o los servicios financieros, en términos de potencial de acceso al mercado no es para nada insignificante.
El ACS frente al Programa de Doha para el DesarrolloA fin de conseguir formalizar el ACS, se debe
prestar más atención a las negociaciones y
concretar pasos para promover una mayor inclusividad;
esto se aplica también a la Secretaría de
la OMC dada su capacidad de observadora. En
este momento crítico, tanto para la OMC como
para el Programa de Doha para el Desarrollo
(PDD), uno podría sopesar las implicaciones sistemáticas
del ACS y poner en duda la motivación
que su finalización supondría para las conversaciones
sobre servicios del PDD.
Es algo paradójico, cuanto más éxito tenga el
ACS, mayor será la amenaza sistemática para el
AGCS y, de manera más global, para la OMC. El
riesgo que supone el ACS es que se reduzca de
forma drástica la motivación de negociar sobre la
base de la cláusula de nación más favorecida en
la OMC en el futuro, lo que debilitaría el equilibrio
de los beneficios que respaldan el sistema
multilateral de comercio.
Asimismo, al participar solo unos pocos
Miembros de la OMC (entre 23 y 25), surgen
dudas referentes a la legitimidad política y la
posible marginación de los no Miembros. La
intención de China de unirse a las conversaciones
genera dudas adicionales, especialmente
en referencia a la posición que adoptarán otros
PED grandes o economías emergentes de rápido
crecimiento.
India y Brasil, por ejemplo, temen que el
acuerdo podría disminuir de forma significativa
la ventaja de negociación del PDD de la
que disponen en áreas más importantes para
ellos, disminuyendo, de forma estratégica, su
compromiso en las negociaciones sobre servicios.
La posibilidad de que China obtenga un
acceso preferente a los mercados de servicios
en países importantes de la OCDE, podría producir
un efecto dominó y generar un incremento
sustancial de la masa crítica a favor del ACS.
Esto crearía dos regímenes paralelos para el
comercio de servicios y debilitaría la credibilidad
política y judicial de la OMC.
Se deberían adoptar medidas correctivas, a
fin de garantizar que el proceso de negociación
sea inclusivo y transparente, y no enfrente a los
PED con el predominante grupo de los países
desarrollados. Actualmente, los países miembros
de la OCDE representan más del 90% del comercio
de servicios dentro del ACS.
De cara al futuro, es probable que el plurilaterismo
y otras formas de geometría variable se
conviertan en factores importantes para asegurar
que la OMC siga siendo relevante y que este viaje
multilateral pueda seguir hacia adelante. Esto
debería ocurrir teniendo en cuenta la creciente
diversidad de preferencias colectivas, intereses y
habilidades de los Miembros, compuestos en su
mayoría por PED cuyos intereses de exportación
primarios no tienen por qué residir necesariamente
en los servicios.
Siempre que sea posible, los Miembros de
la OMC deberían sentarse bajo el mismo techo y
juntos explorar el margen que existe para adoptar
enfoques flexibles de formulación de normas
y apertura del mercado, a fin de alcanzar las
masas críticas apropiadas. Los resultados
negociados desde una posición abierta que
favorezca la economía de escala y el aprendizaje
no son los mismos que los negociados a puertas
cerradas.