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Los problemas del ACS

30 abril 2014
ITC Noticias
Si bien los acuerdos comerciales tienen el poder de cambiar la forma en que se comercia con los servicios, las negociaciones sobre el Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (ACS) no son lo suficientemente transparentes o inclusivas como para ofrecer un mandato claro, concluye Pierre Sauvé, del Instituto de Comercio Mundial.

Los servicios son esenciales para todas las producciones, exportaciones e inversiones de una economía. Así, un sector de los servicios ineficiente representa un obstáculo incómodo para el rendimiento económico. La creciente aceptación de esta realidad económica ha conducido a una liberalización autónoma sin precedentes de los mercados de servicios de todo el mundo en las últimas décadas.

Sin embargo, los acuerdos comerciales, y especialmente el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS), no han obtenido éxito a la hora de blindar políticas autónomas. En el caso del AGCS, una dinámica de negociación más amplia en la Ronda de Doha podría haber ejercido la mayor influencia impedidora. La presión por elaborar un Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (ACS) responde a la gran frustración de aquellos que están a favor de la apertura de los mercados de servicios.

Las numerosas ventajas del propuesto ACS serían fáciles de encomendar si las negociaciones lo representaran como lo que es: posiblemente el mayor acuerdo comercial preferencial en el marco del artículo V del AGCS hasta la fecha. De acuerdo con la limitada información que se ha filtrado de las conversaciones, se puede prever una serie de reservas legítimas, tanto procedimentales como sustantivas, que indican que en cualquier momento se podría incorporar el acuerdo a la arquitectura de la OMC o incluso reemplazarla.

Liberalización preferencial

La llegada del ACS representa una verdadera oportunidad para avanzar la liberalización preferencial de los mercados de servicios en un conjunto de países que son responsables de dos tercios del mercado mundial. Este número se acercaría a los cuatro tercios del comercio mundial de servicios si China consigue unirse a las negociaciones. Aunque esta cifra esté muy por debajo del 90%-95% alcanzado en recientes acuerdos plurilaterales en la OMC en áreas como la tecnología de la información, las telecomunicaciones básicas o los servicios financieros, en términos de potencial de acceso al mercado no es para nada insignificante.

El ACS frente al Programa de Doha para el Desarrollo

A fin de conseguir formalizar el ACS, se debe prestar más atención a las negociaciones y concretar pasos para promover una mayor inclusividad; esto se aplica también a la Secretaría de la OMC dada su capacidad de observadora. En este momento crítico, tanto para la OMC como para el Programa de Doha para el Desarrollo (PDD), uno podría sopesar las implicaciones sistemáticas del ACS y poner en duda la motivación que su finalización supondría para las conversaciones sobre servicios del PDD.

Es algo paradójico, cuanto más éxito tenga el ACS, mayor será la amenaza sistemática para el AGCS y, de manera más global, para la OMC. El riesgo que supone el ACS es que se reduzca de forma drástica la motivación de negociar sobre la base de la cláusula de nación más favorecida en la OMC en el futuro, lo que debilitaría el equilibrio de los beneficios que respaldan el sistema multilateral de comercio.

Asimismo, al participar solo unos pocos Miembros de la OMC (entre 23 y 25), surgen dudas referentes a la legitimidad política y la posible marginación de los no Miembros. La intención de China de unirse a las conversaciones genera dudas adicionales, especialmente en referencia a la posición que adoptarán otros PED grandes o economías emergentes de rápido crecimiento.

India y Brasil, por ejemplo, temen que el acuerdo podría disminuir de forma significativa la ventaja de negociación del PDD de la que disponen en áreas más importantes para ellos, disminuyendo, de forma estratégica, su compromiso en las negociaciones sobre servicios. La posibilidad de que China obtenga un acceso preferente a los mercados de servicios en países importantes de la OCDE, podría producir un efecto dominó y generar un incremento sustancial de la masa crítica a favor del ACS. Esto crearía dos regímenes paralelos para el comercio de servicios y debilitaría la credibilidad política y judicial de la OMC.

Se deberían adoptar medidas correctivas, a fin de garantizar que el proceso de negociación sea inclusivo y transparente, y no enfrente a los PED con el predominante grupo de los países desarrollados. Actualmente, los países miembros de la OCDE representan más del 90% del comercio de servicios dentro del ACS.

De cara al futuro, es probable que el plurilaterismo y otras formas de geometría variable se conviertan en factores importantes para asegurar que la OMC siga siendo relevante y que este viaje multilateral pueda seguir hacia adelante. Esto debería ocurrir teniendo en cuenta la creciente diversidad de preferencias colectivas, intereses y habilidades de los Miembros, compuestos en su mayoría por PED cuyos intereses de exportación primarios no tienen por qué residir necesariamente en los servicios.

Siempre que sea posible, los Miembros de la OMC deberían sentarse bajo el mismo techo y juntos explorar el margen que existe para adoptar enfoques flexibles de formulación de normas y apertura del mercado, a fin de alcanzar las masas críticas apropiadas. Los resultados negociados desde una posición abierta que favorezca la economía de escala y el aprendizaje no son los mismos que los negociados a puertas cerradas.