El empoderamiento económico de las mujeres y cómo podemos contribuir a él
Sydney (Australia)
6 de abril de 2016
Señoras y señores:
Buenas tardes. Estoy encantada de estar una vez más en el Lowy Institute de Sydney. Antes de comenzar, permítanme dar las gracias a los organizadores por su importante labor. Las buenas ideas sobre políticas son más importantes que nunca para obtener buenos resultados en nuestro sistema internacional cada vez más complejo. Y los centros de estudios —al menos los mejores de ellos— son los empresarios de las ideas.
Estamos aquí para hablar de una idea que tiene un gran poder, pero que también se utiliza increíblemente poco. Me refiero al empoderamiento económico de la mujer.
Pensemos en la conversación actual sobre la economía mundial. «Estancamiento secular», «nueva normalidad», «nueva mediocridad»: cada nueva descripción resulta más deprimente que la anterior.
Sin embargo, cada día desperdiciamos el potencial económico de las mujeres a una escala asombrosa.
Ahora, bien, Australia se comporta mejor que la mayoría en este aspecto. De hecho, mañana escucharé los éxitos internacionales de las empresas dirigidas por mujeres de este país en el evento Women in Global Business que tendrá lugar en Canberra. No obstante, de acuerdo con el Global Gender Gap Report del Foro Económico Mundial de 2015, aunque Australia se sitúa en uno de los primeros puestos en educación y en número de mujeres profesionales, tan solo ocupa el puesto 63 cuando se trata de igualdad de salario por el mismo trabajo. Así que si algunas de ustedes son responsables de las decisiones en materia de sueldos y se preguntan cómo pueden ayudar, esa podría ser una posibilidad.
En un estudio reciente, McKinsey estimaba que si las mujeres de todo el mundo participaran en la economía en pie de igualdad que los hombres, con el mismo salario y participación en los sectores de alta productividad de la fuerza de trabajo, la producción mundial aumentaría 28 billones de dólares de aquí 2025. Eso equivaldría añadir el PIB de los Estados Unidos y China a la economía mundial. Incluso en un escenario más modesto, en el que los países aplicaran las mejores prácticas regionales, el aumento a la economía mundial sería de 12 billones de dólares. El FMI cree que si se eliminan los obstáculos al empleo de las niñas y mujeres, la productividad laboral se incrementaría hasta un 25 % en algunos países.
Adiós al estancamiento secular y la mediocridad. Bienvenidos a la igualdad y la oportunidad.
Empoderar a las mujeres para que se conviertan en actores económicos del cambio se sitúa en el centro de lo que hacemos en el Centro de Comercio Internacional. El ITC es un organismo conjunto de las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio, fundada en 1964, con el mandato de ayudar a las pequeñas y medianas empresas de los países desarrollados a conectarse con los mercados internacionales. Nos centramos en las pymes porque contratan a la inmensa mayoría de los trabajadores. Nos centramos en el comercio porque las empresas que importan o exportan o venden a empresas que lo hacen suelen ser más productivas, crecen más rápido y generan empleos de mayor calidad y mejor pagados. Combinamos los objetivos de las dos organizaciones de las que dependemos: la ampliación del acceso a las oportunidades de comercio es nuestro medio para logar el desarrollo sostenible.
Permítanme citar un ejemplo de cómo lo hacemos en la práctica. En Burkina Faso y Mali, nuestra Iniciativa de Moda Ética ha conectado las competencias profesionales de cientos de trabajadores —un 99 % mujeres— con el mercado internacional de moda de alta gama. Y el resultado ha sido que marcas como Vivienne Westwood, United Arrows de Japón y Stella Jean de Italia venden hilados estampados de algodón, tejidos y teñidos en condiciones seguras por mujeres que reciben por ello un salario digno.
Y esto no ocurrió de la noche a la mañana. El equipo encargado del proyecto colaboró con microproductores para ayudarles a mejorar la calidad del producto y las normas de trabajo, y establecer conexiones con posibles compradores. Junto con organismos gubernamentales identificó y redujo los posibles obstáculos al comercio, permitiendo que la producción y los flujos de ingresos continuaran a pesar de la agitación política de la región. El modelo funciona. El centro más antiguo de la Iniciativa de Moda Ética, que se puso en marcha en uno de los suburbios más pobres de Nairobi, ya es totalmente viable desde el punto de vista comercial. De hecho, fue asumido por un grupo de inversores privados el año pasado.
¿Por qué es importante que las pymes propiedad de mujeres se conecten con el comercio?
Hoy en día, en muchos lugares, los aspectos distributivos de los mercados y el comercio se han convertido en temas con una gran carga política. Si bien los «países con suerte» pueden ser una excepción, la percepción general es que los beneficios del comercio no se han repartido equitativamente. Las pymes son un elemento importante para que las ventajas que concede el comercio se distribuyan de forma más equitativa. Y las mujeres también lo son. Es por ello que estamos convencidos que conectar las empresas propiedad de mujeres a los mercados mundiales es más importante que nunca antes.
A nivel mundial, tres cuartas partes de los hombres en edad de trabajar forman parte de la población activa, en comparación con tan solo la mitad de las mujeres de dicha edad. Como hemos viato, las consecuencias macroeconómicas de avanzar hacia la igualdad entre los géneros serían enormes. Y también es importante a nivel nacional. La académica de Oxford Lisa Scott ha demostrado que los países que ofrecen mayores oportunidades a las mujeres suelen tener parámetros más altos de competitividad nacional. Este hecho es significativo, pero no resulta sorprendente, ya que, después de todo, ningún equipo puede dejar la mitad de su talento en el banquillo y esperar ganar.
Las consecuencias del empoderamiento económico de las mujeres no resultan menos impresionantes a nivel de los hogares. Cuando las mujeres reciben una paga por su trabajo y controlan la forma en que gastan su dinero, invierten una parte mucho mayor de sus ingresos en la educación y salud de sus familias que la que invierten los hombres. No es difícil encontrar a hombres alfabetizados con hijos analfabetos. En el caso de las mujeres, esto casi no ocurre. Cuando las mujeres tienen acceso a la educación y el empleo, los efectos perduran durante generaciones.
Asimismo, el empoderamiento de las mujeres simplemente es beneficioso par las empresas. En un estudio de 300 empresas de ámbito mundial, Crédit Suisse llega a la conclusión de que una mayor diversidad de género en la alta dirección coincide con mayores beneficios y cotizaciones bursátiles más altas.
Otros estudios muestran que las empresas con más mujeres en puestos de dirección hacen un uso más eficaz del talento de sus empleados. A pesar de todo esto, en la lista de empresas Fortune 500 hay más Directores Generales llamados John que Directoras Generales.
Quiero hacer hincapié en que las ventajas no solo son para grandes empresas. En los Estados Unidos se han recabado evidencias a nivel de empresa que sugieren que la prima de exportación, es decir, el ingreso extra que reciben las empresas exportadoras en comparación con las no exportadoras, es más alta en las empresas pertenecientes a mujeres que en las pertenecientes a hombres. Sin embargo, los estudios del ITC indican que solo una de cada cinco empresas exportadoras es propiedad de mujeres.
El ITC trabaja de muchas formas y a múltiples niveles para ayudar a las mujeres a conectarse con los mercados internacionales en calidad de empresarias, comerciantes y trabajadoras. Nuestro objetivo es ofrecer soluciones prácticas a la medida de las necesidades locales, pero también producir resultados que puedan replicarse ante retos similares en otras partes.
Como es natural, hacer que la información sobre oportunidades de mercado y procedimientos relacionados con el comercio sea accesible y asequible en los países en desarrollo beneficia a todas las pymes, independientemente del género de quien las dirija.
Pero cuando colaboramos con gobiernos para mejorar las políticas o con asociaciones de empresas y organizaciones de promoción del comercio para ayudar a las pymes a conectarse con las inversiones del comercio internacional o con otras empresas, queda mucho por hacer para que las mujeres no queden al margen de la economía. Veamos algunos ejemplos de la región del Pacífico, en la que Australia es un importante asociado en lo que hacemos.
En Papua Nueva Guinea, los coloridos bolsos tejidos denominados «bilum» se usan en todo el país para transportar desde alimentos hasta bebés. Los bolsos y prendas de vestir hechas a mano han encontrado un creciente atractivo entre las marcas internacionales de moda de alta gama. Las personas que tejen estos bolsos son en su inmensa mayoría mujeres de zonas rurales. Habitualmente deben esperar mucho tiempo para que les paguen sus artesanías y, en ocasiones, simplemente no se les paga. El año pasado, el ITC colaboró con cooperativas que producen estos bolsos de todo el país para crear la Asociación para Exportación y Promoción de Bilum, un grupo sin afán de lucro que comprará los bolsos y prendas de vestir en todo el país para su exportación. De este modo, los productores recibirán a cambio ingresos más previsibles, así como las competencias técnicas, empresariales y de diseño necesarias para vender a compradores extranjeros de alta gama.
Después de que el ciclón Pam devastara Vanuatu el año pasado, las reservas de hoteles se desplomaron, llevándose consigo gran parte de la demanda local de productos agrícolas de alto valor y de artesanías. El ITC trabaja para reorientar estos sectores hacia los cruceros, cuya demanda ha sido más resiliente, y los mercados extranjeros. En colaboración con una universidad agrícola local hemos localizado a los productores y capacitado a agricultoras, proveedores de servicios de extensión de la agricultura, técnicos y transportistas, y ayudado al sector a mejorar sus envases y embalajes. En el sector de las artesanías, el ITC ha creado una Asociación de Mujeres Exportadoras e impartido capacitación a mujeres en materia de calidad de productos y comercialización de exportaciones. Tengo el placer de anunciar que la Galería de Arte Moderno de Queensland ha efectuado un primer pedido de bolsos para su tienda.
Por otra parte, Samoa fue uno de los primeros países en asociarse a nuestros esfuerzos a nivel mundial de incrementar el porcentaje de contratos públicos que van a empresas propiedad de mujeres de países en desarrollo. Los gobiernos de todo el mundo gastan billones de dólares cada año, más del 10 % del PIB en el caso de la mayoría de los países en desarrollo y mucho más en los desarrollados, en la compra de los bienes y servicios que necesitan para ejercer sus funciones. Solo una pequeña parte de estos contratos llega a manos de empresas propiedad de mujeres. Parte de este desequilibrio puede corregirse mediante medidas tan sencillas como dar a conocer las oportunidades que ofrece la contratación pública a las asociaciones de empresarias.
Otras medidas van mucho más allá: Se supone que un 5 % de los contratos federales en los Estados Unidos deben ir a parar a empresas infrautilizadas, categoría que incluye las empresas «propiedad y bajo control» de mujeres. En Samoa, el ITC trabaja para cambiar la mentalidad gubernamental a fin de que se acepte como proveedores a empresas propiedad de mujeres y las impulse. Las empresarias reciben orientaciones para hacer más y mejores ofertas para obtener contratos y para creer que pueden conseguirlos. Debemos tener en cuenta que para alcanzar este objetivo del 5 % en los Estados Unidos fueron necesarios 20 años.
La igualdad económica de las mujeres requiere un ecosistema de apoyo
Señoras y Señores, todos hemos oído la frase «se necesita una comunidad para educar a un niño». Pues bien se requiere más que eso para lograr la igualdad económica entre los géneros.
Es por ello que, como parte de nuestra iniciativa SheTrades para conectar a un millón de empresarias con los mercados en 2020, hemos hecho un llamamiento a la acción, el cual probablemente se aplica a la mayoría de los presentes en esta sala. Este llamamiento establece un marco para que las empresas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil —cualquier parte interesada en el desarrollo— asuma compromisos concretos y mensurables que contribuyan al objetivo de integrar plenamente a las mujeres en la economía mundial.
Este llamamiento a la acción, que les invito a consultar y firmar, se sustenta en ocho pilares: recopilación, análisis y difusión de datos, política comercial, compras de las empresas, contratación pública, certificación, limitaciones de la oferta, servicios financieros y derechos de propiedad.
¿Cómo se desarrollará? Veamos primero el pilar de los datos. Únicamente 41 gobiernos recopilan datos sobre la participación de las mujeres en la economía desglosados por género, y resulta muy difícil mejorar lo que no se puede medir. Pero no solo se trata de los gobiernos. Las empresas deben medir y registrar las diferencias entre los géneros. Asimismo, los centros de estudios tienen la responsabilidad de analizar los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres en la economía y el mercado mundial, y de encontrar la mejor manera de eliminarlos. Ya hemos visto que la contratación pública puede empoderar a las empresas propiedad de mujeres; las empresas del sector privado pueden hacer otro tanto, comprando más productos y servicios a mujeres.
Son demasiados los lugares donde una legislación discriminatoria impide la plena participación de las mujeres en la economía. En dieciocho países, la ley otorga al esposo derecho a prohibir a su esposa que trabaje fuera del hogar. Las mujeres empresarias de los mercados emergentes se ven asfixiadas por un acceso inadecuado y desigual a los servicios bancarios y al capital, una carencia que se calcula que se sitúa entre los 260 000 millones y los 320 000 millones de dólares de los Estados Unidos al año. Puede que aquí en Sydney haya alguna empresaria en ciernes que se sienta igual: en el sector mundial de la tecnología, solo una pequeña fracción del capital de riesgo se destina a empresas de nueva creación lideradas por mujeres.
En promedio, las mujeres tienen un menor acceso a la tecnología y a Internet que los nombres. En 2012, Intel estimaba que si concedía acceso a Internet a las mujeres, el PIB anual de 144 países en desarrollo aumentaría entre 13 000 y 18 000 dólares.
Sin embargo, la tecnología también puede tener otros efectos. Puede ser una herramienta útil para el empoderamiento económico de la mujer al reducir los obstáculos para hacer negocios. El año pasado, el ITC puso en marcha un sitio web y una aplicación para dispositivos móviles para empresarias. La aplicación, denominada SheTrades, permite que las empresas propiedad de mujeres expongan sus bienes y servicios a los clientes potenciales.
Un poco en broma, la jefa de nuestro programa mujeres y comercio la llama «Yesca para los negocios». Pueden descargar la aplicación de Google Play Store o probarla en SheTrades.com.
Pero un entorno favorable a la igualdad de género va más allá de las aplicaciones e incluso de los ocho pilares del llamamiento a la acción. Necesitamos cambios de gran alcance en las expectativas socioculturales relativas a las tareas domésticas, el cuidado de las personas y la educación de los hijos, que actualmente recaen de manera desproporcionada en las mujeres y les deja menos tiempo para dedicar al trabajo remunerado, el establecimiento de contactos y la formación de competencias profesionales.
La política social, sobre cuidado de los niños y sobre licencia parental puede ayudar a cambiar las costumbres culturales y a que las madres trabajadoras tengan más tiempo. Uno de los ejemplos más patentes de ello fue la introducción en Noruega de la «cuota paternal» dentro del permiso parental en 1993. Hasta entonces, tan solo un 2 % de los hombres tomaba una baja tras el nacimiento de un hijo. Actualmente lo hace más del 90 %. Y los padres que disfrutan de la licencia parental para afianzar los vínculos con sus recién nacidos acaban cambiando más pañales y participando más en el cuidado de los niños, lo que deja más tiempo a las madres para desempeñar un trabajo remunerado.
Es posible que los gobiernos deban experimentar con las disposiciones legales obligatorias: Hace poco, Japón introdujo una de las disposiciones en materia de permiso de paternidad más generosa del mundo con el objetivo de aumentar la tasa de natalidad, pero tan solo un 2,3 % de quienes tenía derecho a él lo tomaron el año pasado. Ahora bien, Japón ha cosechado en los últimos años algunos éxitos a la hora de integrar a un mayor número de mujeres en la fuerza de trabajo, con lo que esta última se reduce con menos rapidez que la población del país.
También necesitamos grandes cambios en la manera en que pensamos y repartimos el trabajo no remunerado. Según una estimación, el trabajo no remunerado que realizan las mujeres en todo el mundo equivale aproximadamente a la producción anual de China. Obviamente, gran parte de este trabajo simplemente tiene que hacerse: podría ser positivo para el PIB si pagáramos a nuestro vecino por cuidar de nuestros hijos, y ellos nos pagaran a nosotros por hacerlo con los suyos, pero esto no tendría mucho sentido.
El trabajo no remunerado debe valorarse y repartirse correctamente. Los hombres tienen que hacer un esfuerzo y compartir la carga en el hogar, la comunidad y el lugar de trabajo.
Y aquí, en Australia, queda mucho margen para mejorar. Según datos de la OCDE, los hombres de este país dedican de media 2,9 horas diarias al trabajo no remunerado, como limpiar, cocinar y cuidar a los hijos. En cambio, las mujeres dedican 5,3 horas diarias. La buena noticia es que los australianos superan a los italianos y la mala que los neozelandeses les ganan. E incluso los hogares de mi España natal tienen una carga de trabajo más equilibrada. Y les digo a los hombres australianos aquí presentes: ahora ya saben lo que pueden hacer para ayudar.
Señoras y señores: En las tres últimas décadas, hemos visto cómo la economía mundial se transformaba ante la emergencia de China y la India (países con mil millones de habitantes) como agentes económicos. El gran número de mujeres que viven actualmente al margen de la economía mundial asciende aproximadamente a otros mil millones, mujeres preparadas para transformar sus expectativas, y también las nuestras. En el ITC tratamos de contribuir a ello de forma directa al conectar las empresas propiedad de mujeres con los mercados e intentando crear instrumentos y políticos favorables. Pero solo podemos hacerlo juntos.
Gracias.