Comer castañas amazónicas y salvar la selva
Esto es lo que son las castañas amazónicas, unos frutos secos que no solo son saludables, sino que también poseen un gran sabor. Su textura suave y mantecosa llena la boca con un delicioso sabor a nueces, similar al de las nueces de macadamia. Y lo mejor de todo es que son el alimento más rico en selenio.
Las castañas amazónicas se recolectan en la Amazonia. Sus enormes árboles crecen por encima de la cubierta vegetal y dan unos frutos que contienen de 10 a 20 semillas cada uno. Cuando maduran, caen al suelo y es ahí cuando pueden recolectarse.
Sin embargo, estos árboles no están exentos de peligro. En junio de 2020, Reuters informó que la deforestación de la Amazonia se encuentra en su punto álgido de la última década. Los incendios forestales, junto con la deforestación producida por los agricultores, que talan árboles para ganar terreno para su ganado o para la plantación de productos agrícolas, son amenazas constantes.
La conservación de la castaña amazónica se ha convertido en un símbolo de la defensa de la Amazonia. Sofía Rubio, fundadora de la empresa peruana Shiwi, quiere llevar este mensaje a todo el mundo.
Ser sanos, conscientes y salvajes, este es uno de los lemas de Sofía. Esta bióloga peruana de 35 años nunca había imaginado entrar en el mundo de los negocios. Sin embargo, no encontró otra manera de salvar su gran pasión: la naturaleza.
En los últimos años de sus estudios, Sofía tuvo la oportunidad de recoger frutos secos en un terreno en concesión que el Estado le cedió a su madre. Los agricultores no estaban interesados en su recolección, ya que los comerciantes en Puerto Maldonado, en el departamento de Madre de Dios, los estaban vendiendo a un precio muy bajo.
Localizado en mitad de la selva amazónica peruana, Madre de Dios es uno de los departamentos en los que se produce la mayoría de las castañas amazónicas del país, con una superficie de cultivo que cubre más de 6 millones de acres. Según las estimaciones de la FAO, entre el 20% y el 30% de la población de Madre de Dios, incluidas las comunidades indígenas, dependen directa o indirectamente de la producción y la recolección de estos frutos. El 70% de la población del departamento vive con menos del salario mínimo del país, que es de 200 dólares de EE. UU. mensuales. Además, las comunidades que dependen de la recolección de frutos secos se encuentran entre las más pobres.
La mayor parte de las concesiones no consiguen ser rentables debido a los bajos precios de venta, los costes relativamente altos, y el hecho de que muchos miembros de las familias dependen de la misma actividad y de fuentes de ingresos no diversificadas.
«Las únicas formas de ganar dinero son la minería aurífera, la tala de árboles, la agricultura, la ganadería, el turismo o la recolección de frutos secos, y todas, salvo las dos últimas, son perjudiciales para el bosque».
«Me pregunté cómo el mercado podía tener tal poder y tal efecto destructivo sobre el bosque y las personas, y me di cuenta de lo necesario que era aprovecharse de ese poder para impulsar la conservación de la naturaleza».
Así es como nació Shiwi. Sofía decidió crear un mercado local y de valor añadido para la castaña amazónica, con el objetivo de prevenir que los agricultores sembraran productos que destruyen la selva tropical, como la papaya o el maíz.
«Creamos valor añadido con nuestras barritas de cereales, bálsamos labiales, mantecas, aceites o con los servicios que ofrecemos como viajes gastronómicos a la selva con chefs locales».
En el año 2019, Perú exportó más de 4770 toneladas de frutos secos (un 10% del total mundial), con un valor de 34 millones de dólares de EE. UU., según las estimaciones del Banco Mundial. Shiwi comenzó su andadura centrándose en los mercados locales pero tuvo que hacer frente a un bajo consumo local y el rechazo de los compradores, que no querían pagar el precio del producto.
«Nadie quería pagar un precio justo a nuestros agricultores o por nuestro empaquetado reciclado. Los consumidores no entendían el auténtico valor del producto».
Para deleite de Sofía, el reciente auge gastronómico de Perú creó una plataforma en la que poder compartir sus ideas y animar a los chefs locales a incluir en sus menús nuevos ingredientes. Shiwi también exporta aceites para la industria y se esfuerza para convertirse en un actor relevante en la cadena de calor de la castaña amazónica.
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Sofía cree firmemente en cambiar el pensamiento de los consumidores y en dejar atrás un sistema en el que las empresas se benefician a costa del medio ambiente. La gran preocupación de Sofía es que nada cambie sin la aceptación de los reguladores gubernamentales, si no se escuchan las voces de las personas que están en el terreno y si los consumidores no pagan un precio más alto por productos de mayor calidad y que ayuden a las comunidades locales.
«En este momento es caro tener una consciencia medioambiental. Sin una regulación, no hay un incentivo para que las empresas cambien su modelo de negocio».
«Soy bióloga, por lo que no estoy aquí para ganar dinero», admite Sofía riéndose. «Hablo más de lo que vendo».
Sofía afrontó numerosos desafíos cuando comenzó su negocio como mujer de 23 años en una sociedad patriarcal.
La financiación tampoco fue fácil. Madre de Dios está bastante aislado debido a las insuficientes conexiones por carretera, por lo que tiene instalaciones industriales y comerciales limitadas. Este departamento tampoco dispone de bancos de ahorro o crédito rurales u otras instituciones para el desarrollo de microempresas o pequeñas empresas. Las estadísticas de la OCDE del 2019 confirman que las pequeñas empresas apenas tienen posibilidades de obtener un préstamo bancario, por lo que tienen que buscar fuentes de capital alternativas.
«En Perú, el dinero es caro. Los créditos personales para negocios de alto riesgo tienen tipos de interés ridículamente alto. Trabajar con los bancos no es una opción».
Pero Sofía no ceja en su empeño. En estos años ha visto cómo los negocios circulares surgen con fuerza por todo el mundo y cómo el mercado internacional presta cada vez más atención a los productos provenientes de las selvas tropicales.
Esta tendencia, sin embargo, tiene sus detractores, y los términos «natural» y «comunitario» están siendo sobreexplotados en numerosas ocasiones. La fundadora de Shiwi trata de combatir los conceptos erróneos a través del trabajo de un centro local de innovadores en el que se proporciona educación en los campos del marketing y la ingeniería en la industria alimentaria a jóvenes no graduados.
- El éxito no está ligado al tamaño de la empresa.
- Creen empresas que tengan una razón de ser y que proporcionen un buen nivel de vida.
- Es mejor tener muchas pequeñas empresas con valores similares a tener un gran monopolio.
- Valoren la naturaleza, así como lo que comen y lo que visten.
- El bienestar no se consigue simplemente con el yoga, si no a través de la inclusión de la naturaleza y las comunidades locales en el sistema empresarial.
Shiwi forma parte de GreenToCompete, el centro del ITC que ayuda a que las pequeñas empresas adopten prácticas empresariales sostenibles y sean resilientes ante el clima, reduzcan sus emisiones de carbono, reciclen, obtengan certificaciones sobre los estándares de sostenibilidad o tengan acceso a finanzas y cadenas de valor verdes.
Los centros unieron fuerzas con el programa ecomConnect del ITC con el objetivo de que las empresas sostenibles de Ghana, Kenya, República Democrática Popular Lao, Perú y Viet Nam vendan sus productos en línea y se posicionen en los mercados internacionales. Estos centros están financiados por la Agencia sueca de desarrollo internacional (SIDA, por sus siglas en inglés).