Eliminar las barreras al empoderamiento económico de las mujeres: un imperativo económico y empresarial
16 de enero de 2017 - ITC
Señoras y señores; estimados amigos:
Es un placer para mí darles hoy la bienvenida al ITC para este oportuno diálogo sobre empoderamiento económico de las mujeres. Quisiera expresar mi agradecimiento a Lise Kingo y al equipo del Pacto Mundial, a Amanda Ellis del Centro Este-Oeste, a Phumzile Mlambo Nguka de ONU Mujeres, a Michael Moller y a la embajadora Pamela Hamamoto, a nuestros amigos de Paladines Internacionales de la Igualdad de Género de Ginebra y a todas las organizaciones que han colaborado para poner en marcha este evento. El año comienza con un rotundo mensaje sobre colaboración para obtener resultados.
La igualdad de género es tanto un imperativo en materia de derechos humanos como una oportunidad económica increíblemente poderosa. Ello se refleja en la casi universal ratificación de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDCM) y en el decisivo papel de la igualdad de género en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Y sin embargo, nos estamos quedando cortos. El Foro Económico Mundial ha informado recientemente de una desaceleración de los avances encaminados a cerrar la brecha salarial por razón de género: al ritmo actual, ahora serán necesarios 170 años, en lugar de 118, para alcanzar la paridad económica. A pesar de nuestros compromisos formales por la igualdad, las desigualdades de género siguen figurando en las leyes. Y ese es el punto sobre el que queremos poner el foco del evento de hoy.
El Banco Mundial ha descubierto que el 90 % de los países tienen al menos una disposición legal que impide el acceso de las mujeres a oportunidades económicas.
En 17 países, por ejemplo, la ley establece que una mujer casada no puede salir de su hogar sin el permiso del marido o documentación legal adicional. Obviamente, esto afecta a la capacidad de la mujer de tener un trabajo, por no hablar de dirigir un negocio.
Estas leyes perduran a pesar del hecho de que los países que tienen más diferencias legales por razón de género tienen peores resultados en una amplia variedad de variables sociales y económicas.
Aun cuando las leyes discriminatorias figuren solo en los libros pero no se apliquen, refuerzan los prejuicios de género y consolidan un entorno cultural y social discriminatorio.
Una mayor igualdad de género se asocia a mejores indicadores de desarrollo humano, ingresos per cápita más elevados, un crecimiento económico más rápido y una competitividad nacional más sólida.
Ya sea en términos económicos o sociales, no podemos permitirnos la desigualdad por razones de género. Las leyes son cosa de los gobiernos y parlamentos.
Estoy encantada de ver hoy aquí a Women in Parliaments Global Forum. Ellas deben tomar las riendas de este asunto, en colaboración con nuestros compañeros de la Unión Interparlamentaria (UIP).
En la reunión de hoy entre las empresas y la comunidad de desarrollo se analizarán medidas e incentivos concretos para acelerar la eliminación de las barreras legales discriminatorias. Estoy ansiosa por descubrir de su mano cómo podemos trabajar juntos para acabar con las desigualdades a las que se siguen enfrentando las mujeres a diario.
2017 llega cargado de malas noticias relacionadas con la igualdad de género. Ese es el motivo por el que debemos pasar de las promesas a los resultados. Afianzar el cambio y mostrar resultados nos ayudará a vencer el escepticismo y la resistencia.
Gracias por su atención.