Speeches

El empoderamiento de la mujer en el comercio internacional

25 October 2016
ITC News
Discurso en la Academia Diplomática y Consular del Paraguay Asunción, Paraguay

Embajador Augusto Ocampos Caballero, Director General de la Academia
Diplomática y Consular "Carlos Antonio López" del Paraguay,

Distinguidos invitados,

Alumnos y alumnas,

Quisiera comenzar agradeciendo la gentil invitación de la Cancillería paraguaya por brindarme la oportunidad de tratar un tema de gran relevancia en la actualidad: el empoderamiento económico de la mujer. Es un placer para mí poder visitar el Paraguay y contar con su presencia esta mañana.

El rol del Centro de Comercio Internacional El Centro de Comercio
Internacional (CCI) organización internacional de desarrollo de la Organización Mundial del Comercio y las Naciones Unidas, tiene como mandato apoyar la internacionalización de las PYMEs en países en desarrollo.

Buscamos fomentar el crecimiento y el desarrollo inclusivo y sostenible a través del comercio y de la inversión, acompañando simultáneamente a gobiernos, a instituciones de apoyo al comercio así como a las PYMEs.

Cerca del 40% de las PYMEs son empresarias y por lo tanto hablar de PYMEs es hablar de género. Hablar de comercio es hablar de género. Construir economías más fuertes necesita de una acción decisiva para empoderar económicamente a la mujer. Por eso nosotros hablamos de “comercio en beneficio de todos”.

Para ello nuestro trabajo se centra en seis esferas de atención prioritaria: proveer inteligencia de mercados; construir un ambiente de negocios habilitante; fortalecer a las instituciones de apoyo al comercio y la inversión; conectar a las pymes a las cadenas de valor; promover y transversalizar el comercio verde e inclusivo; y apoyar la integración económica regional y el comercio sur-sur.

Todas nuestras actividades tienen un enfoque de género por una razón muy simple: apoyar a las mujeres en la economía tiene tanto sentido social como económico.

El CCI reconoce que las mujeres juegan un rol fundamental en la economía; su empoderamiento económico contribuye a un crecimiento económico más fuerte y esto ayuda a reducir la pobreza de manera más efectiva y el comercio es un medio importante para lograr este empoderamiento.

Sabemos que las economías con mayor grado de igualdad de género crecen más rápido. Sabemos que las empresas más diversas son más productivas y pagan mejores salarios. Sabemos que las PYMEs que exportan son las más competitivas y al hacerlo mejoran aún más su competitividad.

Sabemos que empoderar económicamente a las mujeres es una manera más rápida de reducir la pobreza, ya que la media de las mujeres gasta alrededor del 90% de sus ingresos en sus familias y comunidades, comparado con el 40% en el caso de los hombres.

Todo esto es lo que a sabemos.

Por eso, aunque todas nuestras actividades tienen una dimensión de empoderamiento de las mujeres, también hemos desarrollado un programa específico de Mujer y Comercio, con el que buscamos incrementar la participación de las mujeres emprendedoras en las cadenas de valor y asegurarnos de que puedan disfrutar de iguales beneficios de la participación en el comercio internacional.

Como parte de este programa recientemente lanzamos la iniciativa SheTrades para galvanizar los esfuerzos de actores mundiales y conectar a 1 millón de empresarias a los mercados para el 2020. Para ello hemos identificado siete áreas prioritarias que necesitan de una atención particular, desde la recogida de datos desagregados, a la feminización de las políticas comerciales, del acceso al crédito o de las compras públicas.

Adicionalmente, hemos lanzado la aplicación móvil SheTrades, a través de la cual las empresarias pueden compartir información sobre sus empresas, aumentar su visibilidad, ampliar sus redes, conectarse e internacionalizarse.

El empoderamiento de la mujer como oportunidad económica Creo que esta
es una buena transición a la siguiente parte de mi presentación, que trata precisamente de la importancia del empoderamiento económico de la mujer.

Hoy la ONU reconoce que las mujeres tienen un papel fundamental que desempeñar en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con muchas metas que reconocen específicamente la igualdad y el empoderamiento de las mujeres tanto como un objetivo como parte de la solución. Me quiero centrar en este último aspecto –el empoderamiento como parte de la solución— porque creo que es fundamental y muchas veces malentendido.

Se estima que 865 millones de mujeres en todo el mundo podrían estar contribuyendo con mayor fuerza a las economías de sus países, una potencialidad que está siendo desaprovechada en la actualidad. Los invito a tomar un momento para reflexionar sobre esto: casi mil millones de mujeres se encuentran hoy en día imposibilitadas de ejercer plenamente sus roles de actores económicos o bien carecen de las habilidades o el crédito para hacerlo.

Un estudio reciente del Instituto Global McKinsey demostró que si las mujeres participaran en la economía en igualdad de condiciones con los hombres, el PIB mundial podría aumentar en un monto adicional de $28 billones de dólares para el año 2025. Esto es el equivalente de añadir un nuevo Estados Unidos y una nueva China a la economía mundial.

Lo mismo se aplica en Sudamérica: alcanzar la paridad de género, implicaría un aumento de $2.6 billones a las economías de la región, que sería como añadir un segundo Brasil y Colombia al mapa.

Lo cierto es que, aún hoy en día más del 90% de las naciones del mundo todavía mantienen una o más leyes que discriminan a las mujeres en la economía. En una publicación reciente del CCI donde estudiamos a 20 países en desarrollo, observamos que solo uno de cada cinco exportadores es una mujer.

Una mezcla de obstáculos legales, procedimentales, prejuicios culturales y un acceso limitado a los recursos productivos limitan a la gran mayoría de las pymes lideradas por mujeres, relegándolas a ser más pequeñas y menos productivas. Por ejemplo, las microempresas lideradas por mujeres experimentan más obstáculos procedimentales debido a problemas de "información y transparencia", "pagos elevados o informales" y "comportamientos discriminatorios" que las pymes manejadas por hombres.

¿Adónde voy con todos estos datos? Parte del problema radica en que
buena parte de los gobiernos y aun algunos miembros del sector privado
todavía no han entendido que la paridad de género es una fuente de desarrollo y bienestar económico a explotar. Y no se puede hablar de desarrollo si no se trabaja por crear oportunidades económicas más sostenibles e inclusivas. El rol de la diplomacia en el empoderamiento de la mujer Como futuros integrantes del Servicio Exterior del Paraguay, varios de ustedes tendrán la posibilidad de participar en ese debate y nutrirlo. Para que una política exterior sea inclusiva, esta debe considerar el rol de la mujer en el desarrollo y los impactos diferenciados que las políticas internacionales tienen sobre las mujeres. No es solo un imperativo moral, es una forma inteligente de ejercer la diplomacia.

La diplomacia puede influir en la mejora de la equidad de género a través de varios canales: primero a través del discurso, de la promoción, de la defensa; segundo por medio de políticas nacionales, incluida la política comercial; y finalmente a través de la participación en organizaciones multilaterales y foros internacionales.

Permítanme examinar las políticas comerciales y el tema de género. Quisiera recalcar que las políticas comerciales tienen diferentes impactos en los hombres y las mujeres por la existencia de estructuras sociales basadas en género.

En el siglo XX, la división tradicional del trabajo en la mayoría de sociedades se asocia con un menor poder de negociación de la mujer en el hogar y con una contribución infravalorada de la mujer a la economía familiar. En la industria, se observa una segregación ocupacional tradicional, con las mujeres en puestos de menor especialización, mientras que los hombres ocupaban puestos de liderazgo. Las instituciones estatales, entre ellas la política comercial, tradicionalmente han reflejado y reforzado esta situación y por lo tanto las brechas.

¿Qué podemos hacer? ¿Cómo puede contribuir la política comercial a cerrar estas brechas?

Para nivelar el terreno, algunos acuerdos de libre comercio han incluido cláusulas sociales, es decir disposiciones que incluyen algunas regulaciones sobre cuestiones laborales, junto con otras cuestiones relacionadas con la pobreza, la protección de las minorías y el desarrollo social en general. Quizás se podrían incluir cláusulas de igualdad de género remitiendo a acuerdos internacionales existentes sobre la materia.

Sin embargo, considero que es necesario ir más allá para garantizar que las ganancias del comercio sean inclusivas y para ser más efectivos al responder a los desafíos particulares que enfrentan las mujeres. Esto puede lograrse de varias maneras.

Por ejemplo, los acuerdos de libre comercio pueden incluir artículos específicos que aborden la relación de género y comercio.

En Sudamérica, Chile y Uruguay han incluido un capítulo completo de las disposiciones en materia de género en su tratado de libre comercio firmado este mes. No solo se reconoce la importancia de mejorar las oportunidades de las mujeres para participar en la economía internacional como impulsor del crecimiento económico sostenible en sus países, sino que también se establece un Comité de Género para supervisar la transversalización de la perspectiva de género en la aplicación de su acuerdo comercial.

De otra parte, la dimensión de género debería figurar en el análisis de los intereses al inicio de una negociación comercial y debe ser insumo en la formación de las posiciones de negociación. No hablo de incluir disposiciones en acuerdos comerciales diferentes para empresarios o empresarias. Abogo más bien porque los negociadores comerciales diseñen sus intereses ofensivos y defensivos teniendo en cuenta la dimensión de género y esto requiere datos desglosados por género.

Además, considerando que la implementación de los acuerdos puede tener impactos diferenciados sobre hombres y mujeres, estos deberían ser examinados con regularidad. Por qué no usar los dispositivos de vigilancia de la OMC, como el examen de la política comercial, para hacer un seguimiento a este tema.

Por último, la celebración de acuerdos comerciales bilaterales o de preferencias comerciales unilaterales podría inclusive estar condicionada a la eliminación de las discriminaciones legales a la actividad económica de las mujeres.

En segundo lugar, quisiera referirme al trabajo diplomático en el seno de las organizaciones y foros internacionales. En este sentido, considero que 2015 fue un parteaguas en la consecución de la equidad de género. Fue el año en que se acordaron Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas que tienen como principio rector la equidad de género.

A nivel interamericano, la Organización de Estados Americanos (OEA) estableció la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) en 1928 para asegurar el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres. La OEA adoptó en 2000 el Programa Interamericano sobre los Derechos Humanos de la Mujer y la Equidad e Igualdad de Género (PIA) que, entre otras cosas, busca promover participación plena e igualitaria de la mujer en todos los aspectos del desarrollo económico, social, político y cultural.

Quisiera concluir subrayando nuevamente el rol que la diplomacia tiene para alcanzar la equidad de género en cada uno de nuestros países, que, como vimos, es un interés económico a la vez que social. Abogar por la plena participación de las mujeres en el comercio y la economía es una poderosa herramienta de política exterior. Nadie debería tener miedo de utilizarla. No tengáis miedo a defender una sociedad más justa, una economía más inclusiva.

Muchas gracias por vuestra atención.