La importancia del micronaire, que viene determinado por las condiciones genéticas (variedad de algodón) y medioambientales, no tardó en ser reconocida y fue una de las primeras propiedades de la fibra de algodón que se midieron con un instrumento que utiliza el principio de corriente de aire. El micronaire se utiliza, por lo general, como medida de la madurez, lo cual es cierto para una variedad (cultivo) y región determinadas. En términos más genéricos, sin embargo, es una función de la madurez así como de la finura, que afecta al tratamiento textil y a la calidad de formas independientes y diferentes. Por ello es importante, en particular cuando intervienen diferentes variedades de algodón y distintas regiones de cultivo, medir la madurez y la finura por separado, y también por separado se trata sobre ambas mediciones más adelante. Sin embargo, algunas investigaciones apuntan a que con el algodón Upland, el micronaire es tan bueno, si no mejor que la madurez, para predecir la calidad y la capacidad de absorción de tintura del hilo. Chellamani et al, por ejemplo, descubrieron la siguiente correlación entre la diferencia del color (ΔE) y la diferencia del micronaire y el contenido de fibras inmaduras:
Cuando solamente se mide el micronaire, su importancia radica en el hecho de que influye en la cantidad de desechos del tratamiento (las fibras con un micronaire más bajo se rompen más fácilmente durante la manipulación mecánica), de neps (las fibras con un micronaire más bajo suelen ser más flexibles y se enredan con más facilidad y forman los neps) así como en el contenido de fibras cortas, el rendimiento de la hilatura, la calidad del hilo y la tela, el aspecto de la tela teñida y, en particular, la nudosidad. Los algodones con un micronaire más bajo tienden también a enredarse con mayor facilidad alrededor de partículas de basura y hojas, por lo que la cantidad de fibra buena que se elimina es mayor. Estas características influyen en el rendimiento del tratamiento y en la calidad y los costos de los productos. Los algodones con un micronaire más bajo necesitan además un cardado más lento. Los neps pueden interferir en el estirado, con el resultado de roturas durante la hilatura. Si los niveles de micronaire varían demasiado (en más de 0,2 unidades) en el interior de un depósito o mezcla, ello podría provocar la formación de estrías o barrado a causa de las diferencias en los tonos de la tintura. Por lo general, se considera que deben evitarse los algodones con un micronaire demasiado alto o demasiado bajo, situándose la gama ideal en torno a 3,8-4,2 para el algodón de tipo americano Upland. Sin embargo, siempre que el algodón esté maduro, serían preferibles unos valores de micronaire por debajo de 3,8, en particular para la hilatura con rotor.