Nutrir, cultivar, comer: El lema de Viva Organica
Evelyn Seltier, de Forum de Comercio, charló con Mmakwena Moesi, cofundadora y Consejera Delegada de Viva Organica, con sede en Gaborone (Botswana). Viva Organica ofrece servicios de agricultura sostenible, aprovechando la tecnología del vermicompostaje para transformar los residuos orgánicos en biofertilizantes de alto rendimiento.
Ante la irregularidad de los patrones meteorológicos debida al cambio climático y el empeoramiento de la seguridad alimentaria, la Consejera Delegada prevé llevar al África subsahariana innovaciones ecológicas que reviertan la degradación de la tierra y restauren la fertilidad de los suelos. Mmakwena explicó a Forum de Comercio lo que esto implica: desde el poder del apoyo financiero hasta la prestación de servicios integrales que, cabe esperar, conduzcan a un futuro sostenible.
Utilizamos el vermicompostaje, un proceso biotecnológico que convierte de forma sostenible los residuos orgánicos en abonos ricos en nutrientes que mejoran la salud del suelo. Estos abonos están disponibles de forma local y son asequibles para los agricultores.
Hasta ahora, hemos eliminado más de 100 toneladas de residuos orgánicos gracias a una asociación con una tienda minorista de alimentación que vende frutas y verduras y el cebadero en el que está situada la granja de lombrices. Tomamos con gusto sus residuos para alimentar a nuestras lombrices y los compostamos
antes de introducirlos en el sistema de vermicompostaje de nuestra granja, a las afueras de Gaborone. Este proceso dura más de 70 días, tras los cuales lo llevamos a nuestro centro de procesamiento en la ciudad, donde fermentamos los residuos y licuamos parte de ellos con aditivos naturales.
Casi de forma natural, opté por estudiar ciencias biológicas centradas en la ecología ya que, de pequeña, pasaba todos los fines de semana en la granja de mi familia.
Tenía curiosidad por saber cómo la agricultura ecológica podía convertirse en una alternativa a los pesticidas químicos, y cómo podíamos construir un equilibrio entre las crecientes demandas de una población en aumento y, al mismo tiempo, vivir en equilibrio con nuestro ecosistema.
Además de ello, encontré un folleto del Ministerio de Agricultura sobre los beneficios económicos y sociales del vermicompostaje y, como siempre quise empezar algo por mi cuenta, utilicé mis conocimientos para crear mi propio negocio.
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El vermicompostaje era algo nuevo en Botswana en 2016. Con la ayuda de mi madre, mi pareja y yo construimos una estructura de cajas con muebles reciclados para alojar a las lombrices.
Construimos prototipos para probarlos en el mercado y hacernos una idea de la financiación y los clientes. Uno de los principales retos, que me acompañó durante bastante tiempo, fue el acceso a la tierra. Aparte de la financiación, la contratación de personal y la puesta en marcha de una estrategia de marketing, esto era uno de nuestros mayores impedimentos.
Mientras pasábamos de un trabajo a otro para mantenernos, solicitamos fondos al Ministerio de la Juventud. Nos concedieron una subvención que nos permitió seguir desarrollando nuestros productos.
Esto ocurrió durante la pandemia de COVID-19. Fue un momento agridulce porque la preocupación de las comunidades por la seguridad alimentaria nos ayudó a entrar en el mercado con nuestro fertilizante.
En 2022, nos convertimos en uno de los 20 ganadores del YouthADAPT Challenge. Nos ayudó a conseguir una financiación de $100.000 que catapultó nuestro negocio: contratamos más empleados, ampliamos nuestra gama de productos y pudimos cumplir con todos los requisitos normativos.
Esto demuestra el poder del apoyo financiero. Durante mucho tiempo, vendíamos nuestros productos directamente a nuestros agricultores, porque no habíamos completado la documentación reglamentaria, pero ahora podemos dedicarnos al B2B y vender nuestros productos al por menor a los grandes minoristas de Botswana.
A través de la innovación continua, estamos creando asociaciones para nuestras soluciones de agrotecnología que emplean inteligencia artificial. Estas soluciones ayudan a los agricultores a comprender mejor las necesidades de sus suelos y a utilizar las mejores prácticas para que puedan poner en práctica métodos tempranos de gestión integrada de plagas o métodos biológicos. La gestión integrada de plagas es la base de un buen cultivo, ya que se ocupa de la nutrición del suelo y refuerza la resiliencia de los cultivos de forma proactiva, tomando medidas antes de que se produzca una plaga.
Cuando se trata de combatir plagas, los productos químicos le darán un efecto inmediato. Por eso son tan populares. Pero el problema es que no son sostenibles, ya que el uso de productos químicos es una medida «correctiva» y no «preventiva». El uso de materiales orgánicos para aportar nutrientes al suelo puede llevar más tiempo, pero es la forma más saludable.
Yo también crecí pensando que la salud de los cultivos pasaba por el uso de pesticidas y productos químicos, por lo que sé que cambiar la mentalidad de los agricultores y los encargados de formular políticas es un reto.
Además, la agricultura ecológica está aún en fase de prueba en el sur de África. Sin embargo, los 400 agricultores que utilizan nuestros métodos ecológicos obtienen mayores rendimientos de sus cultivos, ya que encuentran con menos plagas como resultado de la menor incidencia de enfermedades. El suelo de sus tierras es más sano.
Para obtener mejores datos cualitativos sobre la eficacia de nuestros productos, nos hemos asociado con la Universidad de Agricultura y Recursos Naturales de Botswana. Este será uno de nuestros mayores argumentos de venta cuando los agricultores vean los resultados.
El aumento de nuevas plagas invasoras en el sur de África en la última década está vinculado completamente al cambio climático, y están atacando cultivos que proporcionan seguridad alimentaria como el maíz.
Botswana corre peligro con el aumento de las temperaturas. Los insectos pueden reproducirse a mayor velocidad cuando hace más calor, lo que se traduce en una mayor pérdida de cosechas.
No podemos hablar de la protección de los cultivos sin hablar de la nutrición del suelo y del cambio de los patrones climáticos. Botswana siempre ha sido un país seco, por lo que debemos centrarnos en mejorar la salud del suelo reintroduciendo microorganismos autóctonos y reteniendo la humedad en el suelo. No podemos funcionar en silos.
No es fácil ir a contracorriente de las empresas químicas establecidas. Pero la financiación nos permitirá acceder a oportunidades que ayuden a ampliar el negocio y ganar tracción en el mercado; por ejemplo, consiguiendo terrenos.
Aunque empezamos como empresa productora de fertilizantes, queremos desarrollar una cartera de servicios que apoye al agricultor en la mejora del suelo, y que le proporcione semillas y una gama de bioplaguicidas.
También esperamos formar más asociaciones para ampliar las oportunidades de distribución. Estamos orgullosos de haber firmado hace tres meses un Memorando de Entendimiento con RealIPM South Africa, la principal empresa de control biológico de África.
Esta asociación otorga a Viva Organica derechos exclusivos de distribución en Botswana. Estamos incorporando unos 10 productos, y esto es algo que me entusiasma. Esto es nuevo: una intervención solicitada que merece la pena impulsar en Botswana.
De entre más de 850 candidaturas, Mwakwena Moesi fue seleccionada como una de las 25 finalistas del Programa Youth Ecopreneur de este año. El programa, puesto en marcha por el Centro de Comercio Internacional y la Iniciativa Global de Tierras del G20, impulsa la transición ecológica y justa invirtiendo en jóvenes emprendedores que actúan como catalizadores del desarrollo sostenible, la justicia medioambiental y la acción climática. El programa forma parte de la Ye! Community, la comunidad del ITC para jóvenes emprendedores.