Llamada a la acción: construir un sistema agroalimentario sostenible, eficiente y resiliente al clima en Iraq
Cuando llegué a Iraq hace más de dos años, me impresionó la urgencia de los retos a los que se enfrenta este hermoso país. Pero, como padre de tres hijos, esta misión me resuena profundamente a nivel personal. Pienso cada día en el mundo que heredarán nuestros hijos y eso me hace reflexionar sobre los millones de niños y niñas de Iraq que se enfrentan a dificultades inimaginables y a desafíos que no han elegido, como los conflictos, el hambre y el empeoramiento de las consecuencias del cambio climático.
Mi trabajo aquí está impulsado por la misma responsabilidad que siento por mi propia familia. Se trata de asegurar un futuro más brillante y esperanzador para los niños y niñas iraquíes, que no merecen menos que un mañana seguro y próspero.
Iraq es el quinto país del mundo más vulnerable a la escasez de agua y alimentos y a las temperaturas extremas.
Además, ocupa el puesto 61 de 163 países en el Índice de Riesgo Climático de la Infancia de UNICEF. Para el año 2050, se prevé que la disponibilidad de agua disminuya un 20 %, lo que podría provocar la pérdida de casi un tercio de las tierras de regadío de este país.
No se trata solo de un problema futuro, sino que ya está ocurriendo, ya que el 54 % de la población se considera vulnerable a la inseguridad alimentaria. La desertificación, las sequías y la salinización del suelo ya están perturbando las cadenas de suministro, lo que aumenta los costes y agrava la pobreza en todo el país.
Estamos en un momento crítico y es más urgente que nunca invertir en agricultura y gestión del agua respetuosas con el medio ambiente. Garantizar el abastecimiento alimentario de Iraq y proteger a sus niños y niñas de un futuro marcado por la escasez es esencial para la estabilidad económica y el bienestar de las generaciones futuras.
La agricultura y las cadenas de valor agroalimentarias son fundamentales para la economía, la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia de Iraq, especialmente para las poblaciones desplazadas y vulnerables. Sin embargo, la fuerte dependencia de Iraq del petróleo ha provocado una elevada huella de carbono, lo que hace que sea extremadamente vulnerable a catástrofes específicas relacionadas con el clima, como las sequías, la desertificación y las tormentas de arena.
Los pequeños agricultores corren un mayor riesgo, ya que se enfrentan al deterioro de la calidad del suelo, a un aumento de las pérdidas tras las cosechas y a una grave escasez de agua, lo que está mermando su productividad. Las proyecciones indican que Iraq podría perder el 20 % de sus recursos de agua dulce de aquí a 2050, lo que pondría en grave peligro el rendimiento de los cultivos y los medios de vida de las poblaciones en las zonas rurales. He visitado estas comunidades, he escuchado sus historias y he visto de primera mano el dolor y la lucha de las familias que intentan sobrevivir ante estos retos crecientes.
Pero a pesar de estas dificultades, creo que hay esperanza. Más del 65 % de los agricultores y el 40 % de las empresas agrarias de Iraq trabajan para mitigar los riesgos medioambientales, aunque muchos carecen de los recursos y la tecnología necesarios para una adaptación eficaz. Su determinación y resiliencia son inspiradoras.
Las pequeñas empresas son fundamentales para impulsar el desarrollo agrícola sostenible y aumentar la resiliencia. Sin embargo, también se enfrentan al aumento de los costes operativos, a las interrupciones en las cadenas de suministro y a la disminución de la productividad. La infraestructura inadecuada, especialmente en lo referente al transporte y el almacenamiento en frío, incrementa su carga, lo que resulta en mayores pérdidas postcosecha y una disminución en la calidad del producto, y hace que sea cada vez más difícil que estas empresas compitan y se desarrollen.
Durante una visita reciente a Basora, conocí a Alí, un agricultor devastado por la sequía, que le impedía producir cosechas, y que, como muchos otros, temía por el futuro de su tierra y su familia.
Pero gracias a los esfuerzos de colaboración del equipo de país de las Naciones Unidas en el país y nuestros socios, la aldea de Alí forma parte ahora de un sistema de alerta temprana de riesgos múltiples que ayuda a los agricultores a anticiparse a los peligros relacionados con el clima.
Alí recibió formación en técnicas agrícolas respetuosas con el medio ambiente, como el riego por goteo y los cultivos resistentes a la sequía, que le ayudaron a recuperar sus tierras. Por primera vez en muchos años, Alí se siente esperanzado: su granja está prosperando y produce lo suficiente para alimentar a todo su pueblo.
La historia de Alí me recuerda la increíble resiliencia del pueblo iraquí y me reafirma en la creencia de que, con el apoyo adecuado, hasta los mayores retos pueden superarse.
En 2023, el Equipo de las Naciones Unidas en Iraq proporcionó medios de vida a más de 11.900 personas, en particular a los agricultores de zonas propensas a la sequía, para mantener la seguridad alimentaria del país. Esta ayuda incluía subvenciones en efectivo, semillas resilientes a la sequía, fertilizantes y modernos equipos de riego, como sistemas alimentados por energía solar, junto con formación en agricultura respetuosa con el medio ambiente y normas de seguridad alimentaria. Como resultado, los agricultores informaron de un aumento de más del 30 % tanto en el rendimiento como en la calidad, lo que mejoró significativamente la producción de alimentos y la seguridad nutricional, y fortaleció la resiliencia climática en las comunidades rurales.
En el Marco de Cooperación de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, el equipo de las Naciones Unidas en Iraq ha colaborado estrechamente con el Gobierno iraquí para abordar el cambio climático y la seguridad alimentaria. A continuación, se muestran varias intervenciones clave:
- Contribución de la FAO a la estrategia de seguridad alimentaria: la FAO, en colaboración con el gobierno iraquí, elaboró una estrategia integral de seguridad alimentaria. Esta estrategia se basa en las mejores prácticas internacionales para garantizar la disponibilidad de alimentos y la resiliencia, especialmente para las poblaciones más vulnerables de Iraq, mediante la mejora de la productividad y la sostenibilidad en todos los sectores de cultivos críticos. El análisis de las cadenas de valor de la FAO ha identificado oportunidades para mejorar la producción, los vínculos con los mercados y la competitividad en cultivos como los dátiles, los tomates y el trigo, y ha proporcionado un marco para la sostenibilidad agrícola a largo plazo.
- Iniciativas del Programa Mundial de Alimentos (PMA) sobre sistemas de regadío modernos y cultivos comerciales no tradicionales: el PMA ha promovido el riego alimentado por energía solar y ha apoyado la diversificación hacia cultivos no tradicionales entre los pequeños agricultores de las regiones afectadas por la sequía, lo que ha mejorado la seguridad de los ingresos y aumentado la resiliencia. Además, el PMA apoya la apicultura y la cría de camarones/gambas a pequeña escala, que diversifican las fuentes de ingresos rurales e impulsan las economías locales.
- Empoderamiento de la agroindustria por el ITC para un crecimiento resiliente y la seguridad alimentaria: a través del proyecto SAAVI, el ITC ha empoderado a los agricultores y pequeñas empresas iraquíes para impulsar la competitividad en el mercado, adoptar prácticas respetuosas con el medio ambiente y asegurar conexiones de mercado estables. Mediante la formación de alianzas agroindustriales, el ITC ha facilitado que los pequeños agricultores establezcan relaciones colectivas con los principales minoristas y fábricas de procesamiento, lo que ha dado lugar a transacciones mensuales de cientos de toneladas de productos frescos y a un incremento considerable de los ingresos. Además, el ITC ha apoyado al Gobierno en el desarrollo de estrategias para los sectores de las aves de corral, los tomates y las patatas, orientándolas para mejorar la competitividad, promover sistemas alimentarios sostenibles y dotar a los pequeños agricultores de prácticas sostenibles y una mejor gestión posterior a la cosecha, allanando así el camino para unos ingresos resilientes.
Abordar el nexo entre el clima y la alimentación en Iraq requiere la acción colectiva de gobiernos, donantes, comunidad internacional y comunidades locales.
En primer lugar, el Gobierno de Iraq debe dar prioridad a la rápida promulgación de la ley de Asociaciones Público-Privadas, que incluya incentivos como desgravaciones fiscales, aranceles reducidos y subvenciones inteligentes para las pequeñas empresas, incluida la agroindustria.
Estas iniciativas fomentarán la colaboración entre los sectores público y privado y atraerán inversiones en infraestructuras resilientes al clima, incluidos proyectos de energías renovables y sistemas sostenibles de gestión del agua, que son esenciales para ampliar las prácticas sostenibles en la agricultura, mejorar el acceso de las pequeñas empresas a los mercados nacionales e internacionales, reforzar la seguridad alimentaria de Iraq e impulsar el crecimiento económico.
En segundo lugar, la comunidad internacional debería proporcionar asistencia técnica al Gobierno y a la sociedad civil para desarrollar y adaptar políticas relacionadas con el clima que prioricen la gestión sostenible de los recursos en materia de silvicultura, agricultura y energías renovables.
Este apoyo facilitará la integración de la adaptación climática en las políticas que se ajusten a las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional y a la Estrategia de Crecimiento Verde de Iraq.
En tercer lugar, la comunidad internacional debe intensificar su apoyo. Iraq no puede afrontar esta crisis solo. Los donantes deben proporcionar la financiación y la asistencia técnica necesarias para ayudar a los agricultores y a las pequeñas empresas a adaptarse al cambio climático. Este apoyo debe centrarse en dotar a los agricultores de la tecnología y los conocimientos necesarios para aplicar prácticas agrícolas avanzadas, conservar el agua y proteger los recursos naturales.
Por último, es necesario empoderar a las comunidades locales para que se involucren en la acción climática. La adopción de técnicas agrícolas sostenibles, la conservación del agua y la protección de los recursos naturales, pueden resultar fundamentales para garantizar el futuro agrícola de Iraq.
Es necesario apoyar su resiliencia e innovación, no solo mediante políticas adecuadas y ayuda financiera, sino también mediante iniciativas de capacitación, acceso a programas de formación y desarrollo de redes locales que faciliten el intercambio de conocimientos y la colaboración entre agricultores y partes interesadas.
Nos encontramos en un momento crítico. Las decisiones que tomemos hoy determinarán el futuro del sistema agroalimentario iraquí y, en última instancia, el bienestar de su población. Ahora es el momento de actuar. Juntos podemos construir un Iraq más resiliente y sostenible, en el que las generaciones futuras puedan prosperar en un entorno más sano y verde.