
La seguridad alimentaria y el clima necesitan un sistema comercial internacional fuerte
¿Cómo puede contribuir el comercio internacional a afrontar los retos conjuntos de la seguridad alimentaria y la acción climática?
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada en 2015, tenía como objetivo erradicar el hambre para 2030 (ODS 2). Sin embargo, la seguridad alimentaria mundial ha empeorado desde entonces.
En 2023, 733 millones de personas sufrían desnutrición, y 2800 millones no podían permitirse una dieta sana. Nuestros sistemas agroalimentarios no logran nutrir a toda la población y se subestiman sus verdaderos costes.
Los fallos de los mercados, las instituciones y las políticas han provocado que los precios de los alimentos no reflejen su repercusión en el medio ambiente, la salud y los medios de vida.
En 2020, los costes ocultos de los sistemas agroalimentarios superaban el 10 % del PIB mundial, y los costes relacionados con la salud derivados de dietas poco saludables representaban más del 70 %.
Los fenómenos climáticos extremos se han intensificado, lo que ha añadido presión a los sistemas agroalimentarios. Identificados como uno de los principales motores de la inseguridad alimentaria y la malnutrición, los fenómenos climáticos extremos hacen que la seguridad alimentaria y la nutrición sostenibles sean inalcanzables sin una acción climática.
Los sistemas agroalimentarios son vulnerables al cambio climático y contribuyen en más de un 30 % a las emisiones de gases de efecto invernadero. Para alcanzar el Acuerdo de París, es necesario reducir las emisiones del sector agroalimentario.

Se necesitan medidas urgentes para transformar los sistemas agroalimentarios y abordar las crisis interconectadas del cambio climático, la seguridad alimentaria y la nutrición. Para ello, es necesario un enfoque integrado y una coordinación internacional.
La Hoja de ruta para alcanzar el ODS 2 sin superar el umbral de 1,5 °C ofrece un marco para romper con la compartimentación entre conceptos, actores y sectores.
Aborda, además, un doble reto de coordinación: vertical entre niveles de gobierno y horizontal entre ministerios y organismos.
El principio de Transición Justa es fundamental para la transformación de los sistemas agroalimentarios, ya que mejora la eficiencia y el reequilibrio mundial para garantizar que ningún país o individuo se quede atrás.
El comercio es esencial para transformar los sistemas agroalimentarios y garantizar la seguridad alimentaria mundial. Permite una asignación eficiente de los recursos y el uso de las ventajas comparativas de los países, lo que aumenta el bienestar global y la disponibilidad de alimentos. Actualmente, la mayoría de los países no pueden abastecerse de alimentos suficientes para que la población tenga una dieta sana, y el 75 % tiene carencias en al menos cuatro de los nueve grupos de alimentos necesarios. El comercio será más importante debido a los cambios en la oferta y la demanda de alimentos.
El cambio climático afectará a la agricultura de forma desigual, alterando las ventajas comparativas de los países. El comercio ayudará a mitigar las pérdidas de bienestar derivadas del cambio climático, que podrían aumentar un 30 % si no se permiten los ajustes comerciales. El comercio también aumenta la resiliencia de los sistemas agroalimentarios, que son esenciales para la seguridad alimentaria en un contexto de crecientes perturbaciones climáticas.
Pero el comercio no funciona en un vacío institucional. Es vital disponer de un entorno comercial que funcione y que se anticipe a las necesidades de los países, aporte soluciones cooperativas y evite las políticas unilaterales que minan la confianza y dificultan la coordinación «vertical».
Durante la transición hacia la transformación de los sistemas agroalimentarios es necesario un sistema de comercio mundial abierto y basado en normas, especialmente cuando la oferta y la demanda evolucionarán a velocidades diferentes en distintos lugares.
La cooperación comercial internacional también resuelve problemas concretos: ayuda a trasladar más rápidamente los productos alimenticios perecederos, minimizando las pérdidas, y debería establecer principios comunes para medir las emisiones, limitar las barreras comerciales y fomentar la inversión.

Es esencial reformar el apoyo a la agricultura, tal y como se expuso en la Agenda de Acción Política para la Transición hacia una Alimentación y Agricultura Sostenibles durante la COP26. La ayuda agrícola total fue de $541.000 millones en 2021 y debería reorientarse para alinear los sistemas agroalimentarios con los objetivos de nutrición y clima.
El comercio de bienes, servicios y tecnología, así como unos derechos de propiedad intelectual adecuados para las tecnologías agrícolas, reducirán las diferencias de productividad entre los países de renta alta y los de renta baja, lo que alivia la pobreza y aumentará la disponibilidad de alimentos.
Para hacer realidad esta agenda comercial inclusiva es necesario abordar la coordinación horizontal a escala nacional y mundial. Los ministerios de comercio, asuntos exteriores, agricultura y medio ambiente deben elaborar agendas comunes. Las organizaciones internacionales deben dejar de trabajar por separado.
El Memorando de Entendimiento de la FAO y la OMC durante la COP28 destaca la interrelación entre la seguridad alimentaria y la nutrición, las acciones climáticas y el comercio, y hace hincapié en la necesidad de lograr éxitos conjuntos en estos frentes para garantizar una buena alimentación para todos, hoy y mañana.
