ITC Impact: Camboya
Los productores camboyanos de seda que participaron en un proyecto del ITC para mejorar sus
competencias técnicas y de comercialización vieron aumentar sus beneficios entre un 20% y un 30%.
Más allá del aumento de los beneficios, las opiniones del mercado sobre la calidad de la seda
camboyana mejoraron y, como consecuencia, surgieron nuevas oportunidades de ventas para los
productores, según se desprende de una evaluación independiente del proyecto realizada para el
Marco Integrado Mejorado, un programa de donantes múltiples que ayuda a los países más pobres
del mundo a integrarse en el sistema mundial de comercio.
"En particular, nos beneficiamos de la participación en ferias, donde conocí a compradores y
diseñadores de moda importantes que quedaron impresionados con nuestros productos", comenta
Seng Takakneary, propietario de SentoSaSilk, que identificó un nuevo negocio por un valor de
$EE.UU. 66.000 –el equivalente a tres meses de trabajo– durante la feria Recursos para Artesanos que se celebró durante dos días en Nueva York en agosto del año pasado. "También incrementamos las ventas en nuestra tienda de Phnom Penh entre un 10% y un 20% e identificamos ocho nuevos grupos de tejedores con los que trabajar, todo gracias al proyecto", comenta.
El objetivo del proyecto es mitigar la pobreza entre las comunidades rurales de tejedores mediante la
mejora de sus competencias técnicas, lo que a su vez permitirá a tejedores y exportadores crear
nuevos productos y diseños que satisfagan las exigencias de sus compradores. Asimismo, pretende
ayudarlos a establecer nuevos canales de comercialización.
Los beneficiarios directos, 14 empresas dirigidas por mujeres que trabajan con tejedores de las áreas
rurales, han elaborado planes de exportación, han mejorado sus materiales de comercialización, han modernizado sus salas de exposicion y tiendas, han establecido nuevas relaciones con compradores internacionales y han preparado nuevas colecciones de productos como parte del proyecto, según
informa Sylvie Bétemps Cochin, gerente de proyectos del ITC. Tras recibir formación y mejorar sus productos, participaron en varias ferias, donde firmaron nuevos contratos y establecieron nuevos
contactos para el seguimiento. "Los nuevos contratos que consigue el grupo son un importante
impulsor de sus negocios", comenta Sylvie Bétemps Cochin. "Y aún más importantes son las nuevos
contactos que establece", añade.
Anak Norm, directora general de VillageWorks, una empresa de productos artesanales que es
propiedad de una mujer y miembro de la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO, por sus
siglas en inglés), señala que, durante los 18 meses posteriores a la participación de la empresa en el
proyecto, las ventas se incrementaron un 40% y el número de compradores aumentó un 85%.
"Aprender a elaborar un plan de exportación nos está convirtiendo en una empresa más profesional",
comenta. "Mediante el seguimiento de nuestros planes de exportación, pudimos comparar nuestro
propio progreso y evaluar si estábamos cumpliendo nuestro objetivo", añade.
VillageWorks ha creado 20 nuevos empleos gracias a los pedidos de nuevos compradores europeos.
"Hemos abierto un nuevo taller de costura, en el que damos empleo a jóvenes discapacitados, en su
mayoría, víctimas de poliomielitis", explica Norm. "Hemos podido contratarlos gracias a los pedidos
que hemos recibido a través del proyecto del ITC", comenta.
En Kravan House, la directora general Thanan Hok, contrató a diez nuevas costureras con
discapacidades. "Los pedidos que hemos recibido por participar en la feria Ambiente en Alemania
nos animaron a invertir. Es un paso muy importante para nosotros", explica.
El Gobierno de Camboya identificó la industria de la seda como un sector estratégico para la
reducción de la pobreza. Fomentar las actividades de tejido de seda puede contribuir directamente a la
creación de empleo, en particular en las comunidades rurales. Los agricultores y los productores que
viven en las zonas rurales representan el 85% de la población de Camboya. En la industria del tejido
de seda, las mujeres conforman la inmensa mayoría de los 20.000 trabajadores.
Para ser competitivas en el mercado internacional, las empresas tuvieron que adaptar sus diseños a
los gustos de sus compradores, según explica Bétemps Cochin del ITC. El proyecto las animaba a
desarrollar nuevas líneas de productos: bufandas de seda, accesorios de moda, objetos de
decoración del hogar y productos de estilo de vida, todo ello de conformidad con las exigencias
de los mercados objetivos y las tendencias de moda.
Vannary San, propietaria de Lotus silk, una empresa con sede en Phnom Penh, recibió apoyo para la
preparación de material de comercialización, la interacción con clientes y la creación de su marca.
Más importante aún, explica que recibió formación sobre cómo hacer funcionar una empresa: “Nos
ofrecieron más mentorías privadas centradas en nuestros planes de exportación”. “Se nos pidió que
repasáramos y reflexionáramos acerca de nuestro desempeño en el pasado, y de ese modo creamos
nuestras proyecciones”, comenta.
Afecip Fair Fashion (AFF), una empresa social que proporciona empleo a mujeres rescatadas del
tráfico de personas, ha logrado por primera vez elaborar una estrategia de comercialización. “Siempre dependíamos de que los compradores vinieran a nosotros. Cuando las cosas se complican, los compradores de los que dependemos pueden desaparecer y dejarnos sin compradores a los que recurrir”, explica la directora general Rotha Tep. La empresa creó cinco nuevas colecciones, estableció siete nuevos contactos y está esperando concluir un acuerdo de $EE.UU. 4.000 tras su participación en la feria Maison des Objets en París, su primera exhibición internacional.
El verdadero resultado del proyecto se puede atribuir al efecto “goteo” que produce un aumento de
los beneficios, nos explica Bétemps Cochin. “Los ingresos adicionales se invierten típicamente en el
desarrollo de pequeñas empresas sociales, y en formación y educación, con fuertes efectos positivos
en el desarrollo tanto económico como social”, añade.