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Empoderamiento de la mujer, potenciación del comercio

25 junio 2012
ITC Noticias

La última vez que en Forum de Comercio Internacional abordamos la situación de la mujer y el comercio fue en 2008; aquel número recibió una respuesta sin precedente de nuestros lectores siendo el de mayor difusión hasta hoy y, de hecho, aún luce en las estanterías de muchos formuladores de políticas y dirigentes de la comunidad del desarrollo.

Se publicó en momentos en que el foco de interés pasaba del ‘empoderamiento de la mujer’ al ‘empoderamiento económico de la mujer’, lo que en cierta medida obedeció al marcado aumento de datos desglosados por sexo que revelaron que la mujer propulsa el crecimiento más que la China, la India o la Internet, según The Economist. Ese creciente interés por ayudar a más mujeres para que tuvieran éxito en el comercio, en particular aquellas de países en desarrollo, reveló restricciones comerciales por consideraciones de género. La respuesta del ITC fue iniciar el Programa Mujeres y Comercio en 2010.

Desde entonces, el interés alcanzó su punto culminante en dos elementos esenciales de los programas de comercio y desarrollo: Ayuda para el Comercio y colaboración para lograr resultados. Iniciativas lideradas por el ITC contribuyeron a que se incorporaran consideraciones de género en el Programa de Ayuda para el Comercio. En colaboración con el Comité de Comercio y Desarrollo, el ITC compartió investigaciones que demuestran que los objetivos de desarrollo se pueden alcanzar aumentando los ingresos de la mujer, incluso a través del comercio. Actualmente, en el Marco Integrado Mejorado (MIM) se considera la problemática de género en el comercio utilizando la versión revisada de una herramienta de diagnóstico comercial y capacitando para implementar unidades de incorporación de la perspectiva de género en el plano nacional, tarea que el ITC realiza en asociación con la Secretaría del MIM. Asimismo, de conformidad con su política en la materia, el ITC se fija objetivos internos para lograr la paridad de género en su dotación de personal y su programación.

El ITC amplió su alcance a organizaciones empresariales de mujeres para ponerlas en contacto con compradores sirviéndose de la Ayuda para el Comercio con el objetivo de capacitarlas para que cumplieran con los requisitos de los mismos. Esas nuevas asociaciones llevan dos años funcionando en el ámbito de la Plataforma mundial de acción para la contratación selectiva enfocada en las mujeres y estamos encantados de los resultados obtenidos: ventas por valor de unos $EE.UU. 15 millones; expansión de algunas empresas con la consiguiente generación de empleo y aumento de las solicitudes de incorporación a dicha Plataforma para empoderar a mujeres y potenciar el comercio.

Una tendencia alentadora, que se destaca en varios artículos de este número, es el creciente interés de multinacionales y gobiernos por mejorar el acceso de empresas de mujeres a oportunidades de contratación.
Las licitaciones siempre estuvieron abiertas a ofertas de esas empresas, pero constatar que no formaban parte del círculo de ganadores dio lugar a iniciativas de diversidad de proveedores, lo que además de focalizar la atención en el acceso de la mujer al mercado de bienes y servicios, generó competencia con los proveedores tradicionales. ¡Qué gane el mejor! Es de esperar que la mayor apertura y la mayor transparencia del proceso impliquen que así sea para él o ¡ella!

Los empresarios suelen ser el centro de atención, pero en las cadenas de valor orientadas a la exportación, las mujeres de zonas rurales, habitualmente agricultoras, suelen pasar desapercibidas y no ser remuneradas, lo que es problemático porque rompe el vínculo entre comercio y desarrollo. Resumiendo, más trabajo solo puede redundar en más empoderamiento al disponer de más ingresos. En muchos países y culturas donde opera el ITC, los hombres siguen teniendo el control de los recursos financieros que genera el trabajo de las mujeres. El ITC procede a documentar aquellas prácticas en las que las mujeres son remuneradas por su trabajo y ejercen el control sobre esos recursos, lo que beneficia a sus familias y comunidades. Ese es el núcleo del empoderamiento económico de la mujer y el poder de transformación que el comercio puede tener en el desarrollo.

Abrigo la esperanza de que mientras la comunidad internacional se esfuerza por realizar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, también tengamos en cuenta las lecciones aprendidas. Está claro que la inexistencia de indicadores sobre el empoderamiento económico de la mujer es un punto débil. Por lo tanto, el programa de desarrollo posterior a 2015 deberá articular claramente los resultados previstos en un marco que mida el impacto de los ingresos de las mujeres. Ese es el método que estamos estableciendo en el ITC. Espero que a su vez, los otros ejemplos que recogen estas páginas les sirvan de inspiración para hacer lo propio.