Diseño de políticas comerciales sostenibles para un impacto más amplio
Forum de Comercio charló con Patricia Fuller, Presidenta y Consejera Delegada del Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD).
El IISD lleva dos décadas trabajando en el comercio internacional, analizándolo desde múltiples perspectivas, por lo que esta entrevista arrojará luz sobre las tendencias en el ámbito del comercio sostenible, así como las implicaciones de las políticas sobre el cambio climático en el comercio internacional.
R: Una tendencia que ya puedo ver, y que espero que siga creciendo, es que los encargados de formular políticas consideran las repercusiones más amplias de las políticas económicas, como la política comercial, que antes se abordaba de forma aislada.
No se trata sólo de la creación de empleo de una industria exportadora, sino también de si esos empleos son inclusivos y contribuyen a la igualdad de género; no se trata sólo de reformar los subsidios agrícolas por las distorsiones comerciales que crean, sino también de considerar su reforma para preservar la salud del suelo y la biodiversidad.
La formulación de políticas comerciales se está volviendo más holística y más compleja, que es como debería ser.
R: Los encargados de formular políticas, las empresas y los actores de la sociedad civil deben apoyarse en esta complejidad. Los ministerios de comercio deben dedicar más tiempo a comprender las prioridades del resto del gobierno en áreas como la adaptación al cambio climático y pensar en cómo diseñar, o incluso codiseñar, la política comercial para que sirva a un propósito más amplio.
También significa que debemos hacer un mejor trabajo comunicando cómo el comercio y la política comercial pueden contribuir a alcanzar los objetivos sociales y medioambientales y, lo que es más importante, dónde están las contrapartidas.
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La interacción entre las políticas climáticas y el comercio y la competitividad internacionales es uno de los temas más desafiantes de la política comercial y uno de los más importantes que se deben abordar correctamente. En el IISD, consideramos que nuestro papel consiste en mostrar a los gobiernos y a las partes interesadas cómo pueden avanzar en la ambición climática y, al mismo tiempo, ser justos con sus socios comerciales.
Los ajustes en frontera por carbono son un buen ejemplo de ello. Permiten a los países pedir a sus productores industriales que más contaminan que paguen un precio creciente por las emisiones de carbono, pero provocarán inevitablemente fricciones comerciales y problemas de equidad, ya que los exportadores de algunos países se enfrentan a costes más elevados.
Cumplir con los nuevos requisitos de información también supone un reto mayor para los pequeños productores y los productores de países con menos capital disponible y cuyos gobiernos tienen menos capacidad para proporcionar ayuda.
Además, ahora que los países están desarrollando varios mecanismos de ajustes en frontera por carbono, los productores podrían enfrentarse a múltiples sistemas de información. Lo ideal sería acordar normas internacionales para medir el carbono integrado en los distintos productos. Mientras tanto, la interoperabilidad de los distintos mecanismos de ajuste en frontera por carbono ayudaría a aliviar la carga que soportan los productores de bienes industriales intensivos en emisiones, especialmente los pequeños productores.
Las pequeñas empresas son fundamentales para la economía mundial, especialmente en los países en desarrollo. Según el Banco Mundial, representan alrededor del 90 % del total de empresas del mundo y contribuyen al 40 % del producto interior bruto de las economías emergentes. Como tales, tienen un papel clave que desempeñar en el avance de las agendas de comercio y desarrollo sostenibles, por ejemplo, apoyando la conservación de los bosques y la biodiversidad y la restauración de los ecosistemas.
Al mismo tiempo, se necesitan políticas y normativas que animen u obliguen a las pequeñas empresas a adoptar prácticas de producción y comercio más sostenibles. Pero las pequeñas empresas, especialmente en los países en desarrollo, también necesitan de incentivos financieros, como subvenciones ecológicas o pagos por servicios medioambientales, así como apoyo en forma de conocimientos, servicios de extensión y tecnología, para alinear mejor los objetivos comerciales, medioambientales y de desarrollo.
Por poner un ejemplo de nuestro propio trabajo, el IISD apoya a los encargados de formular políticas y a los profesionales (como los actores de la cadena de valor y los organismos de normalización) para garantizar que sus intervenciones apoyan a los pequeños agricultores. En Madagascar, colaboramos con el gobierno para influir en el diseño de una estrategia nacional para la agricultura ecológica, que incluye medidas de apoyo a los pequeños agricultores, como la creación de un banco de semillas ecológicas y la promoción de la adquisición pública de productos agrícolas ecológicos.
En Camboya, estamos ayudando al gobierno a desarrollar herramientas que puedan ayudar a los agricultores a integrar la sostenibilidad en sus planes de negocio. También trabajamos muy estrechamente con los organismos de normalización sobre las formas de aumentar las recompensas financieras de los agricultores que adoptan prácticas de producción más sostenibles, por ejemplo, ofreciendo primas obligatorias que reflejen los beneficios de sostenibilidad de las prácticas agrícolas que protegen la naturaleza, u otras formas de incentivos financieros.