
Cómo invertir en una cadena de valor viable del textil y el algodón en África
El enfoque del ITC para integrar la cadena de valor del algodón en el marco de la Zona de Libre Comercio Continental Africana necesita el apoyo de los encargados de formular políticas, las organizaciones de apoyo empresarial, los inversores y los minoristas del continente y del extranjero.
Las investigaciones del Centro de Comercio Internacional (ITC) muestran que África tiene el potencial de exportar prendas de algodón por valor de €5800 millones para 2026, de los cuales casi un 15 % podrían destinarse al propio continente africano. Esto significa que dos tercios del potencial de exportación entre países africanos en este sector aún no se han aprovechado. Aunque las exportaciones actuales y el potencial exportador son relativamente altos, la demanda de importaciones es elevada, lo que se refleja en un valor de las importaciones de €3600 millones, y que se prevé que aumente un 84 % hasta 2026.
A pesar de estas prometedoras cifras, este potencial sigue en gran medida sin explotar, ya que África apenas importó el 7 % del hilo de algodón, el 6 % del tejido de algodón y el 9 % de las prendas de vestir procedentes del continente en 2022.
Además, si todos los países productores de algodón de la región desarrollaran plenamente su industria textil y de la confección y transformaran el algodón localmente, la industria podría generar hasta 5,8 millones de puestos de trabajo.

Para satisfacer la demanda del continente, es importante desarrollar una cadena de valor textil y algodonera competitiva. El procesamiento del algodón de forma local, en lugar de exportarlo, también podría contribuir a frenar las emisiones de carbono al acercar las cadenas de suministro a las fuentes de materia prima.
El algodón africano tiene una huella de carbono comparativamente baja en comparación con otros orígenes algodoneros. Partiendo de esta base sostenible, la industria debe invertir en modernizar las instalaciones de hilado y tejido para hacerlas respetuosas con el medio ambiente. Por ejemplo, Benin ha empezado a procesar su propio algodón en un parque industrial de última generación con inversión asiática, y en 2023 Egipto invirtió en nuevas y modernas instalaciones de hilado y tejido para poner en valor su algodón.
Sin embargo, según los cálculos del ITC, en 2021 las exportaciones de prendas de vestir de África al mundo fueron mucho mayores que el comercio intracontinental ($10.300 millones frente a $961 millones).
Por tanto, cualquier planteamiento de integración de la cadena de valor en África no debe descuidar estas oportunidades fuera del continente.
Dado que los Estados Unidos de América y la Unión Europea, con su acceso a los mercados libres de aranceles y sus requisitos muy liberales en materia de normas de origen, son los mayores mercados para las prendas de vestir africanas, los encargados de formular políticas también deben promover la fabricación de prendas de vestir a partir de tejidos importados.
A los grandes fabricantes asiáticos de prendas de vestir con clientes de larga data en los mercados occidentales les resultará más fácil establecer instalaciones de confección con tejidos asiáticos que invertir grandes cantidades de capital en la fabricación textil. Las competencias, los conocimientos y la experiencia adquiridos con este modelo de negocio pueden ampliarse para incluir la fabricación textil para países extranjeros y africanos.

Se necesitan intervenciones en cada etapa de la cadena de suministro y a nivel empresarial, institucional y político para mejorar las deficiencias y vincular más estrechamente las etapas.
Como primer paso, es necesario centrar nuestra atención en el ámbito nacional: los países y regiones productores de algodón necesitan inversiones en industrias textiles sostenibles, mientras que los fuertes en confección necesitan modernizarse para aprovechar las oportunidades del continente y del exterior. Para conseguirlo, el ITC trabaja con la industria de la confección de Egipto, Etiopía, Madagascar, Marruecos, la República Unida de Tanzanía y Túnez para aumentar su competitividad internacional, haciendo especial hincapié en la sostenibilidad medioambiental. Una vez que aumente su competitividad, podría hacer frente a la competencia de los proveedores asiáticos del continente.
Un segundo paso debería ser la colaboración a nivel subregional. El ITC, por ejemplo, trabaja con Madagascar y Mauricio para ofrecer una solución integrada en el sector textil y de la confección a clientes del norte, así como a Sudáfrica, en el marco de la SADC (Comunidad de Desarrollo de África Austral).
En el norte de África y Oriente Medio, fomentamos la colaboración y las sinergias entre Egipto, Jordania, Marruecos y Túnez basándonos en el acuerdo de libre comercio de Agadir. En África Occidental y Central, el ITC forma parte de la asociación algodonera que desarrolla una cadena de valor del algodón a la confección en los Cuatro del Algodón o C4 (Benin, Burkina Faso, Chad y Malí) más Côte d'Ivoire. A través de parques industriales y de inversiones a gran escala se podrían crear 500.000 puestos de trabajo solo en el sector manufacturero fabricando prendas de vestir basadas en tejidos de terceros países.
Además, en el continente se producen numerosos tipos de textiles africanos de manera artesanal. La integración de una cadena de valor regional basada en el algodón no solo es importante en términos de crecimiento, sostenibilidad y calidad de vida, sino que también es una cuestión de promoción y preservación del saber hacer continental.
El ITC trabaja con artesanos y cultivadores de algodón de Burkina Faso, Malí, Côte d'Ivoire, Zambia y la República Unida de Tanzanía para hacer precisamente eso y transformar el algodón local.
Un tercer paso consiste en crear una cadena de valor continental, para lo que se requieren reformas políticas, especialmente un acuerdo sobre normas de origen que favorezcan el comercio regional y continental, así como la prohibición, o al menos, la reducción de la ropa de segunda mano importada. El reglamento de la UE sobre traslados de residuos, que prevé prohibir las exportaciones de residuos textiles, incluida la ropa de segunda mano de baja calidad, a países que no puedan reciclar dichos residuos, ayudaría a reducir la penetración de la ropa de segunda mano en el continente. Por último, los encargados de formular políticas deben abordar las importaciones de telas asiáticas baratas, que a menudo son objeto de dumping.
Es crucial que los encargados de formular políticas, los fabricantes y los posibles inversores colaboren con las marcas y los minoristas del continente para que puedan dirigir la oferta hacia donde está la demanda. Por ejemplo, el grupo minorista sudafricano Mr Price está muy interesado en colaborar, ya que solo su demanda de textiles para el hogar podría mantener ocupada a una fábrica textil de tamaño medio durante todo un año.
Sin embargo, los exportadores de prendas de Egipto, Marruecos, Túnez o algunos países del África subsahariana (como Kenya, Madagascar, Mauricio, Lesotho y Etiopía, entre otros) que abastecen a los Estados Unidos de América en el marco de la AGOA o a la UE en el marco del régimen preferencial «Todo menos armas» (TMA), están acostumbrados a trabajar con un sector minorista muy estructurado y que sigue un modelo de negocio que ha evolucionado durante décadas.
En muchos países africanos, en cambio, la venta al por menor se realiza a menudo en el sector informal. Por lo tanto, los fabricantes que pueden suministrar grandes volúmenes siguiendo estrictos requisitos e instrucciones del cliente tendrán dificultades para atender a los clientes africanos, que siguen un modelo de negocio diferente.

La construcción de una cadena de valor del sector textil y de la confección en África que atienda al gran potencial continental sin explotar, así como a los mercados mundiales, requiere la colaboración de los encargados de formular políticas, las organizaciones de apoyo empresarial, los inversores potenciales (muy probablemente procedentes de la industria textil y algodonera de Asia), así como los compradores, tanto en el continente como en los mercados extranjeros.
Aunque el valor añadido del algodón es un objetivo político evidente, sería más fácil empezar por la fabricación de prendas de vestir con tejidos importados o, al menos, abordarlo en paralelo.
Sabemos que hay inversores dispuestos a explorar África para atender a sus clientes occidentales tradicionales y al continente, impulsados por el aumento de los costes en Asia en general y en China en particular. Para ello, estos inversores necesitan políticas propicias y estables, una buena infraestructura institucional de apoyo al sector y mano de obra cualificada, incluidos los mandos intermedios.
Seguir los pasos anteriores podría ser decisivo para abordar estas necesidades y construir la cadena de valor africana del textil y la confección que aspira a conseguir la Unión Africana.