
Entre las consecuencias más visibles del conflicto en Colombia se encuentran la pérdida de los medios de subsistencia en el campo y los altos niveles de pobreza de los agricultores. Las zonas rurales abarcan el 90% de la extensión del país y albergan al 30% de la población. La transformación de la economía rural es imprescindible para promover la reconciliación y la paz en el posconflicto.
Es por esto que el Fondo Europeo para la Paz y el Centro de Comercio Internacional (ITC por sus siglas en inglés) sumaron esfuerzos para implementar "Colombia PUEDE: Paz y unidad a través del desarrollo productivo y el comercio", un proyecto cuyo propósito es mejorar la calidad de vida de 2.000 pequeños productores de cacao, coco y lima ácida Tahití en algunos de los municipios más afectados por el conflicto armado en el departamento de Nariño.
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