La transformación ace lerada del comercio internacional es un
hecho. Seguir el ritmo de esta evolución es una tarea difícil,
incluso para los organismos que, en Ginebra, se ocupan del
desarrollo económico internacional.
Hace cinco años, casi nadie había oído hablar de comercio
electrónico; hoy, mucha gente piensa que este medio se convertirá
en el eslabón esencial de las relaciones comerciales entre
empresas. En el mundo de los negocios se ha impuesto un nuevo
vocabulario, que ha dado otros significados a términos conocidos,
como «subcontratación» o «aglomeración industrial». En síntesis, la
transformación del comercio internacional ha sido muy profunda. Las
normas mercantiles son cada vez más precisas, prosigue la
liberalización y mundialización de los mercados y las prácticas
comerciales internacionales van cambiando, mientras se intensifica
la competencia.
La celeridad del cambio
¿Qué pueden hacer en este contexto los empresarios o los
administradores de países en desarrollo y economías en transición?
Como sus homólogos de todo el mundo, se ven confrontados a la
necesidad de actuar con rapidez y eficacia para seguir siendo
competitivos y rentables, o simplemente -como ocurre en muchos
casos - para no cesar sus actividades. Desgraciadamente, son muchos
los que carecen de los medios indispensables para sobrevivir. Por
otra parte, a las instituciones de apoyo al comercio, sean públicas
o privadas, se les exige que propongan soluciones a las
dificultades del cambio. Es en este nivel que interviene el
planificador estratégico.
Consciente de la complejidad de esta problemática, el CCI invitó
a planificadores estratégicos del sector público y a dirigentes
empresariales a tomar parte en el primer Foro Ejecutivo organizado
por el Centro. Esta reunión nos permitió examinar nuevos métodos de
promoción comercial y formular conjuntamente algunos principios
básicos que sirvan de directrices estratégicas para fomentar el
comercio en las nuevas condiciones de los intercambios
internacionales.
Asistieron algunas personas que ejercen una influencia decisiva
en la definición y aplicación de las estrategias exportadoras de
sus países, así como expertos de organismos especializados
internacionales, universitarios y consultores. Como una
contribución al trabajo de los planificadores de estrategias de
exportación, el CCI ha previsto publicar un libro sobre el debate y
los resultados del Foro Ejecutivo; además, ha abierto un sitio web
especial (http://www.intracen.org/execforum)
y ha dedicado varias páginas de esta edición de Forum a sus
aspectos más destacados.
Estrategias nacionales de exportación
Mi uso de la expresión «estrategias nacionales» tiene un sentido
muy preciso. No estoy hablando de una simple política comercial
nacional, ni tampoco de las opciones adoptadas por los gobiernos en
las negociaciones multilaterales. Éstas delimitan un marco para las
estrategias exportadoras nacionales. Me refiero más bien al proceso
que cada país debe emprender para elaborar estrategias capaces de
impulsar la competitividad de su sector empresarial y aumentar las
exportaciones. Debemos revisar los mecanismos de formulación,
aplicación y perfeccionamiento constante de dichas estrategias
nacionales.
Aunque las entidades tradicionales de promoción comercial siguen
siendo útiles, su acción es insuficiente para fomentar las
exportaciones o la competitividad. Actividades como la información,
las giras y ferias comerciales, la preparación de publicidad
«genérica» y la representación comercial en el extranjero no bastan
para garantizar el éxito de las exportaciones. A nuestro juicio, es
muy poco probable que las estrategias exportadoras que se limiten a
estos programas «operacionales» puedan aportar respuestas adecuadas
a los retos de hoy, y mucho menos a los que se avecinan.
Integrar las exportaciones en el quehacer económico
general
Las estrategias de promoción comercial concebidas y aplicadas al
margen de las demás iniciativas económicas y comerciales tienen
escasas posibilidades de prosperar. La formulación de una
estrategia nacional deber ser, naturalmente, un esfuerzo colectivo
de todos los actores interesados. Aunque nadie cuestiona el papel
fundamental que el comercio desempeña en el desarrollo económico,
el fomento de los intercambios no suele considerarse como una
prioridad nacional, interdisciplinaria y multisectorial. La
preparación de las estrategias exportadoras se encomienda por lo
general a los ministerios de Comercio o a las entidades de fomento
comercial; la participación de otros ministerios esenciales, como
el de Economía, es reducida y la de los círculos empresariales,
mínima. Para consolidar una estrategia exportadora hay que contar
con la cooperación efectiva de otros ministerios (Economía,
Hacienda e Industria) y de los exportadores más experimentados.
La eficacia de la estrategia exportadora nacional dependerá de
la solidez de su integración indispensable con otras estrategias
económicas y de desarrollo. Además de tomar en consideración la
capacidad de exportación existente, los planificadores deben
esforzarse por buscar medios para aumentar dicho potencial. Junto
con fomentar las exportaciones en el mercado internacional, hay que
estimular las inversiones extranjeras directas en los sectores
propicios a la actividad exportadora.
Una forma de mejorar la agregación de valor de los sectores de
exportación consiste, por ejemplo, en fortalecer los vínculos con
los eslabones anteriores de la producción industrial y los
eslabones posteriores en la agricultura. Al planificar las
operaciones futuras, los estrategas comerciales deben examinar
tanto los problemas «domésticos» como los del mercado exterior.
Una cooperación basada en la confianza
Para terminar, permítanme insistir en que el éxito de toda
estrategia exportadora dependerá también de la participación plena
y activa del sector privado, que es tal vez el agente fundamental
de su puesta en práctica. Hay que lograr que éste «compre» la
estrategia y se sienta responsable de su éxito o fracaso.
Entre los sectores público y privado debe establecerse una
cooperación efectiva y provechosa, lo que al parecer no es fácil de
lograr. Hay que superar las reticencias entre ambos sectores, e
instaurar un clima de comprensión, confianza y genuina
colaboración.
Sabemos que no hay métodos universalmente válidos, aplicables en
cualquier parte del mundo. Cada estrategia de exportación debe
adecuarse a las condiciones del país para el que se ha concebido, y
será, por lo mismo, única. Pero esto no significa que no haya
experiencias y enseñanzas de aplicación universal, que deben
compartirse.
Nuestro objetivo al convocar el Foro Ejecutivo fue precisamente
analizar estas experiencias, ayudar a los estrategas de la
exportación a clarificar los problemas que se les plantean y, en
definitiva, contribuir a mejorar la formulación y gestión de las
estrategias de exportación.
J. Denis Bélisle es Director Ejecutivo del CCI. Este artículo
está basado en su alocución de bienvenida a los asistentes al
primer Foro Ejecutivo del Centro.