No cabe duda de que en esta época de
globalización, rapidez y distancias virtuales, la eficiencia de las
instituciones de apoyo al comercio (IAC) depende de su capacidad
para participar activamente en redes formales e informales. Sin
redes y sin los sectores en que éstas reposan, como la información
y las comunicaciones, la economía moderna sería más reducida, y las
IAC, fundamentalmente distintas.
De las funciones mismas de la IAC se desprende su necesidad de
contar con redes, quizá más que otras organizaciones. Además de los
vínculos que las empresas mantienen con sus proveedores, clientes y
otras empresas, el complejo contexto en que opera cada IAC las
obliga a crear una red igualmente compleja de asociados. Por ende,
las redes pueden determinar el alcance y amplitud del campo de
actividades de la IAC, y delimitar las formas que tendrá la
participación de un país en el tejido industrial mundial. Las IAC
también pueden afectar las políticas macroeconómicas y los
resultados de la economía, y dan forma a los incentivos que las
empresas tienen en sus actividades mercantiles. Es claro, entonces,
que el buen funcionamiento de una red de apoyo comercial puede
generar ventajas económicas comparativas.
Sin embargo, quienes definen las estrategias de exportación
asumen la tarea monumental que consiste en fomentar una red de
apoyo al comercio y mantener su dinámica. Entre la retórica y la
realidad suele haber un abismo. Adoptar un enfoque holístico de la
creación de condiciones favorables para el apoyo al comercio
requiere tiempo, recursos, concertación, capacidad y liderazgo.
A nivel nacional, la coordinación y congruencia de los esfuerzos
que desplieguen los distintos participantes en el comercio
internacional puede redundar en beneficios significativos.
Independientemente de que la red institucional tenga por objeto
afianzar la imagen del país como interlocutor comercial, dar
servicios de apoyo a la industria, mejorar la capacidad de las PYME
para aprovechar oportunidades en el comercio internacional o
formular una política macroeconómica acertada, los resultados
pueden ser productivos:
- flujo de ideas más expedito desde una base de calificaciones
ampliada, y por tanto, mejores resultados;
- mejor rendimiento, gracias a la puesta en común de los
recursos, competencias y costos;
- menor duplicación de esfuerzos, y por ende, menor dilapidación
y mejor aprovechamiento de los recursos;
- cobertura holística y atención de las necesidades de un mayor
número de beneficiarios;
- perspectiva unificada y coherente, y menor riesgo de confundir
a los beneficiarios, y
- mayor credibilidad del producto final.
¿Quién dirige la red: el sector público o el
privado?
La cuestión de qué sector está mejor calificado para
dirigir no tiene que ver con una mayor o menor participación del
gobierno, sino con el establecimiento de formas de administración
diferentes - caracterizadas por el dinamismo, eficiencia y
rendimiento del sector privado. El estratega de las exportaciones
también podría adoptar un enfoque participativo, lo que supone la
integración de los esfuerzos de todos los interesados. Dicho
enfoque depende también de que haya muchas fuentes de iniciativa y
toma de decisiones, lo que asegura el acceso a una amplia gama de
instituciones y mecanismos de financiación alternativos en la red.
Así, la administración participativa es tal vez esencial para
asegurar que la red siga sirviendo el objetivo de unificación. La
conducción de la red puede encomendarse a un grupo asesor o comité
directivo público-privado, que define su programa de trabajo,
planifica el uso cooperativo de los recursos comunes y promueve un
clima de confianza.
Sea cual fuere el enfoque adoptado, es fundamental
contar con un liderazgo fuerte e ingenioso. El planificador de
exportaciones también debe conocer bien la situación de la
industria. Por consiguiente, un enfoque consultivo dará
probablemente mejores resultados en un plazo más corto. La
responsabilidad conjunta es recomendable, pero debe traducirse en
la integración eficiente y flexible de los activos, las
comunicaciones y el mando. Las normas deben definirse previamente,
en términos amplios de aportes y resultados. Al mismo tiempo, hay
que procurar no perder el dinamismo debido a un exceso de
reglas.
Necesidad de evaluación
Medir los resultados implica emitir juicios sobre los méritos o
el valor de una actividad, durante o después de su realización. La
evaluación debería formar parte integrante del proceso de diseño y
aplicación del programa de la red. La razón es muy simple: las
mejoras son siempre posibles. Se puede decir que una red de apoyo
al comercio ha tenido pleno éxito cuando deja de ser necesaria, es
decir, cuando las empresas pueden volar con sus propias alas.
Anton J. Said (anton.said@metco.net) es Gerente de
la División de Información Empresarial y Tecnología de la
Corporación de Comercio Exterior de Malta Ltda. El texto completo
de su contribución figura en el sitio web del Foro
Ejecutivo.