Todo comenzó con un ínfimo aporte de US$ 20.000 para mejorar el
Foro Camboyano de la Seda, creado en 2002. Tras conocer las
alentadoras posibilidades que ofrecía el mercado europeo a los
productos camboyanos de seda tejida a mano, en 2003, el CCI
estableció un Programa de Reducción de la Pobreza a través de las
Exportaciones (PRPE) dotado de US$ 100.000. Gracias a esos recursos
20 tejedores pobres del pueblo de Tanorn, a 80 km de Phnom Penh, la
capital, aumentarán la producción y la comercialización de seda de
alta calidad para exportación.
En años anteriores fabricaban vistosos chales, bolsos, fundas de
almohadones, corbatas y tapetes, pero por falta de competencias y
conocimientos de comercialización esa producción sólo les dejaba un
pequeño margen de ganancias.
En dos años, los ingresos mensuales de los tejedores pasaron de
US$ 20 a US$ 60 y el volumen de ventas aumentó ocho veces.
Anteriormente, se confiaban los diseños a intermediaros, o bien, se
copiaban los de la competencia. Pero todo eso cambió y los
tejedores rurales están empezando a hacer novedosos diseños con
mucho entusiasmo. Además, utilizan tintas que reducen los riesgos
para la salud y son compatibles con el medio ambiente, conforme a
la reglamentación de la Unión Europea en materia de
importaciones.
"Pero, los efectos colaterales de este renacimiento de la seda,
tal vez sean aún más promisorios", comenta Sok Siphana, Director de
la División de Coordinación de la Cooperación Técnica del CCI, y
añade: "Los niños, que formaban parte de la fuerza de trabajo,
ahora van a la escuela como debe ser. También se ha neutralizado el
éxodo de mujeres jóvenes de zonas rurales a Phnom Penh. Las mujeres
tienen más confianza en sí mismas, gracias a las competencias
empresariales y de desarrollo comunitarios que han adquirido. Los
vínculos con los mercados internacionales revigorizaron los
productos tradicionales del país; entre otros, el famoso hilo de
seda jemer dorado. Sobre todo, el aumento de ingresos de las ventas
de seda mejoró las condiciones de vida y redujo la pobreza en los
pueblos."
El CCI, que asesora en desarrollo comunitario, comercialización
y gestión de la calidad, también organizó cursos de diseño,
técnicas modernas de producción, cálculo de costos y fijación de
precios. Además, se creó un sitio web (www.silkfromcambodia.com)
de ventas y se publicaron folletos y catálogos.
Desde que comenzara el PRPE, la Corporación de Artesanos de
Camboya, organización local asociada, recibió orientación sobre la
manera de desarrollar comunidades de tejedoras con fines de
exportación. Visto el excelente resultado del proyecto piloto en
Tanorn, la experiencia se repitió en otros cuatro pueblos rurales,
lo que mejoró las condiciones de vida de casi 100 familias.
Un renacimiento nacional
En 2005, estos esfuerzos precursores redundaron en la
elaboración de una estrategia nacional de la seda. Se aplicó un
método ascendente en el cual, campesinos, tejedores, diseñadores y
comerciantes, junto con el Gobierno, asociaciones aliadas y
organizaciones no gubernamentales, elaboraron y adoptaron un
programa para mejorar la sericultura (cría de gusanos de seda), el
tejido y el desarrollo de mercados. Se detectaron inconvenientes y
se buscaron vínculos de mercado.
Se podría decir que el renacimiento de la seda camboyana se
propagó como un reguero de pólvora.
Actualmente, Camboya exporta seda por valor de US$ 4 millones
anuales. La meta es exportar por valor de US$ 25 millones en cinco
años. Los principales clientes de esa exportación son Francia,
Italia, Suiza, Japón, países que siempre han utilizado la seda, así
como Alemania, Australia y Singapur.
En la capital y en Siem Reap, cerca de los famosos templos de
Angkor Wat, se abrieron tiendas para turistas y para los 13,6
millones de camboyanos aficionados a la seda.
La exportación de seda goza de algunas ventajas. Su popularidad
en la moda mundial sigue vigente y, además, puede venderse por
metro o en productos terminados tales como ropa de entrecasa,
prendas de vestir y accesorios. Los artículos de seda son finos,
pero no frágiles, lo que facilita el transporte. La mayoría de los
países tiene acuerdos especiales con Camboya que prevén la libre
importación de artesanías o bajos aranceles.
Pero también hay obstáculos. Por calificados y productivos que
sean, los campesinos jemeres sólo producen una pequeña fracción de
los hilos de seda que necesitan los tejedores. Según estimaciones,
la producción camboyana de hilos cubre tan solo 2% de la demanda
nacional. El resto viene de China y Viet Nam.
El programa de reactivación del sector prevé la plantación
masiva de moreras, cuyo crecimiento demora ocho meses y el aumento
del número de fabricantes de hilo, que pasará de 2.000 a casi
6.000. Expertos en sericultura ayudarán a mejorar las técnicas de
crianza del gusano y procesamiento de los capullos, lo que
redundará en un mejor nivel de calidad.
Los 20.000 tejedores se concentrarán en mejorar la calidad de su
tejido y su capacidad de entregar con puntualidad cantidades
suficientes de tela de seda, para lo cual recibirán apoyo de
expertos en tejido y diseñadores extranjeros.
Por último, el programa ayudará a crear capacidades de
exportación y a desarrollar productos entre los comerciantes,
organizados en entidades como el Foro de la Seda o la Asociación de
Aldeas Productoras de Seda.
Otra dificultad con la que tropezaron los expertos y los
consultores especializados del CCI reside en que los campesinos
camboyanos, tradicionalmente, cultivan arroz y más que tejedores,
se consideran agricultores. De ahí que durante el cultivo y la
cosecha de arroz haya conflictos de intereses y disponibilidad.
Otros problemas imprevistos obedecen a las precarias condiciones
de trabajo de los tejedores que utilizan viejos telares de madera,
la calidad irregular de la seda, el polvo y la mala iluminación del
lugar de trabajo. Además, debido a su escasa instrucción, la
mayoría no está en condiciones de explotar plenamente su
creatividad ni sus capacidades. En la comunidad de tejedores
camboyanos no existe división ni especialización alguna de la mano
de obra. Cada familia hace todo, del teñido al hilado, pasando por
el desgomado, el devanado y el tejido de las telas.
"A pesar de esas limitaciones, la seda representa un medio de
subsistencia viable para los miembros más pobres de la sociedad
camboyana", afirma Marie-Claude Frauenrath, Administradora de
Proyectos del PRPE.
Dado que Francia fue el primer país que ayudó a recuperar la
cultura de la seda, destruida por los jemeres rojos, y que tiene
una amistad centenaria con Camboya, es oportuno que el Rey Sihamoni
visite Francia el 1.° de septiembre de 2006, exactamente un siglo
después que lo hiciera el Rey Sisowath en 1906. En esa ocasión, la
comunidad de la seda tiene previsto exponer sus obras maestras,
antiguas y modernas, a los parisinos aficionados a la seda y la
moda.
Para más detalles, diríjase a Marie-Claude Frauenrath,
Oficial del Programa de Reducción de la Pobreza a través de las
Exportaciones del CCI (frauenrath@intracen.org
).