Fundador, Presidente y Director Ejecutivo de Good African
Coffee, Rugasira iba a tropezar muchas otras veces con una actitud
de rechazo a sus ideas acerca de la producción de café y de la
necesidad de cambiar las ideas preconcebidas sobre África. "Para la
mayoría, África rima con pobreza. Pero también rima con ingenio
económico, indispensable para lograr vivir con un dólar al día",
dice.
Donde otros sólo ven pobreza, el Sr. Rugasira ve oportunidades y
mercados, y fue esta mentalidad empresarial la que le llevó a crear
Good African Coffee. "Estamos totalmente convencidos de que el
comercio, y no la ayuda, es la única estrategia viable para el
desarrollo económico y social de África", dice. Decidió entonces
soslayar de momento el problema de la falta de tecnología en la
producción de café, y se concentró más bien en los abundantes
recursos de Uganda..
Desde siempre, el café africano era considerado de alta calidad,
pero hasta hacía poco se exportaba sólo en bruto. Dado que la mayor
parte del valor del café vendido al consumidor se añade a lo largo
del proceso de torrefacción, molienda, empacado, envío, venta y
consumo, esto significa que los cafetaleros reciben sólo un pequeño
porcentaje de los beneficios del producto. Y muy pocas personas
pensaban que el proceso de producción pudiera tener lugar en África
subsahariana. Así, en 2004, cuando Good African Coffee (conocida
inicialmente como Rwenzori Coffee Company) trató de implantarse en
el mercado del Reino Unido, casi nadie creyó que podría llegar a
producir el café de calidad que exigía el mercado. Se
equivocaban.
Good African Coffee logró captar algunos compradores, y con la
ayuda de los primeros cultivadores que aplicaron técnicas de
agricultura orgánica, la empresa encontró la clave del éxito para
convertirse en la próspera empresa de hoy. Su fábrica procesa más
de una tonelada de café al día, que se distribuye en toda Uganda a
tiendas de comestibles, otros comercios y varias cafeterías de
propiedad de Good African Coffee, y también se exporta al Reino
Unido y Sudáfrica.
"Al tener una fábrica en Kampala, podemos pagar a nuestros
caficultores un precio aún mejor, ya que la agregación de valor se
hace en nuestro propio país", dice el Sr. Rugasira.
Muy pronto, los cultivadores de los alrededores vieron que los
cafetaleros que trabajaban para Good African Coffee habían mejorado
sus rendimientos y sus ingresos, y poco a poco se unieron al
proyecto, hasta sumar 14.000 agricultores en la región de
Rwenzori.
Uno de ellos es Emelda Biira, de 36 años de edad y madre de
cinco hijos. Con su familia vive en el distrito de Maliba, cerca de
Kasase, en las laderas de las montañas Rwenzori. Siguiendo los
pasos de sus padres, también agricultores, Emelda sólo asistió un
par de años a la escuela primaria. Por su parte, se ha propuesto
que sus hijos tengan un futuro diferente. La transformación de la
agricultura ha cambiado la vida de su pequeña aldea de montaña. Los
niños van ahora a la escuela, las mujeres están ahorrando dinero y
los aldeanos tienen mejor salud.
Alrededor del 85 por ciento de los ugandeses son agricultores,
pero sólo un pequeño porcentaje del producto interno bruto de
Uganda proviene de la agricultura, debido a la falta de acceso a
los mercados y a la deficiencia de sus estrategias de exportación y
de sus técnicas de cultivo. En 2007, los sectores público y privado
de Uganda impulsaron la Estrategia Nacional de Exportación (véase
el estudio de caso en la página 42), en la que se destacaban las
alentadoras posibilidades de mercado que la producción orgánica
ofrecía a los pequeños productores, cuyo nivel de vida y cuyos
ingresos eran desde siempre los más bajos del país.
En 2009, el Programa Comercio y Medio Ambiente del ITC ayudó a
más de 2.000 pequeños productores de café, en su mayoría mujeres
como la Sra. Biira, a adoptar las técnicas de producción orgánica y
obtener esa codiciada certificación para sus explotaciones. Este
proceso incluyó un intenso programa de registro y de capacitación
en técnicas de producción orgánica. Con la ayuda de expertos
agropecuarios, la Sra. Biira ha cambiado sus métodos de cultivo, y
al mismo tiempo sus pautas de vida.
"Se trata de enseñar a los agricultores algo en lo que rara vez
se piensa: la sostenibilidad", dice Patrick Byensi, experto en
agricultura orgánica y empleado de los servicios de divulgación de
Good African Coffee.
La señora Biira se dio cuenta rápidamente de que los métodos
orgánicos iban a aumentar sus rendimientos. Con la ayuda del Sr.
Byensi y de la comunidad, ahora cubre los terrenos de cultivo con
paja y estiércol antes de la siembra, para conservar los nutrientes
del suelo, va rotando las áreas de cultivo para maximizar el
potencial de la tierra y plantar árboles de sombra para evitar la
erosión de los suelos y mantener su fertilidad. Los resultados son
positivos, ya que en la última temporada su cosecha de café se
duplicó, elevándose a 80 kg; así, puede ofrecer a sus hijos la vida
que sus padres no pudieron darle.
Cerca de allí, en la aldea de Rukoki, está prosperando otra
comunidad cafetalera. Biira Betty y su esposo Carlos han podido
construir una casa con el producto de las ventas de su café. A
veces, la Sra. Betty toma un préstamo del grupo de ahorro de la
comunidad, formado por unas 30 mujeres que aportan cada semana
1.000 chelines ugandeses (unos $EE.UU. 0,50) al fondo común. Pero
en esta temporada, en lugar de "hipotecar" sus granos de café
(mecanismo que lleva a los cultivadores a adelantar la recolección
y tratar de maximizarla a toda costa), la Sra. Betty ha recurrido a
los ahorros para pagar la matrícula de sus hijos, y reembolsará ese
dinero tan pronto como termine la campaña de recolección. Los
préstamos a corto plazo y los intereses se suelen reembolsar con el
dinero de la venta de granos de café, lo que significa que el fondo
común de Rukoki ha reunido y ahorrado 2 millones de chelines
ugandeses (unos $EE.UU. 1.000) en los últimos dos años. Para una
comunidad que en otra época tenía dificultades para obtener
atención básica de salud, esto es un signo inequívoco de
progreso.
Cada día que pasa, la mayoría de los agricultores de Rukoki y
Maliba están adquiriendo nuevos conocimientos sobre agricultura
orgánica. En 2010, podrán comercializar sus productos con
certificación orgánica y buscar mejores precios en los países
occidentales. El modelo de comercio "más que justo" adoptado por
Good African Coffee les permitirá ganar para sí una buena parte de
esos mejores precios. Esos beneficios se convertirán en nuevas
viviendas, pago de las matrículas escolares y nuevas inversiones en
la agricultura y la tierra. Pronto, la mayoría de los miembros de
estas comunidades estará viviendo en casas construidas con los
beneficios del café. Para el medio ambiente, estos métodos de
cultivo se traducen en una mayor captura del carbono en los suelos,
la reducción de la erosión, la no exposición a los pesticidas y una
mejora neta de la biodiversidad.
Tras el éxito de este proyecto, el ITC ha ampliado la asistencia
técnica para 2009-2010 a otras tres empresas de café y té
abastecidas por 5.000 agricultores.
Como dice el Sr. Rugasira, "nadie que esté saboreando uno de
nuestro capuchinos diría que en la tacita se ve la pobreza.
Simplemente diría que el café es muy, muy bueno".
Más información en:www.intracen.org/dbms/organics/index.asp