P: ¿La iniciativa de Ayuda para el comercio es
válida para los países en desarrollo?
R: Desde el punto de vista del desarrollo -que
es mi telón de fondo- la ayuda para el comercio es fundamental.
Para algunos países, el acceso a los mercados no es suficiente y
necesitan un respaldo paralelo. Un logro importante del equipo de
trabajo reside en que, ahora, la comunidad internacional acepta que
algunos países no puedan ser verdaderos actores en el escenario
comercial si carecen de carreteras para llevar las mercancías hasta
los puertos, laboratorios adecuados, etc.
Además, incorporarse al comercio conforme a las normas de la OMC
puede acarrear costos a corto plazo. Algunos estudios muestran que
sin ayuda para adaptarse a los mercados abiertos y las nuevas
normas, unos cuantos países corren el riesgo de convertirse en
perdedores netos a corto plazo.
P: ¿Hay un replanteamiento de la Ayuda para el
Comercio?
R: Los debates del Equipo de Trabajo
contribuyeron a sensibilizar y conectar a quienes toman decisiones
en distintos círculos. En aquellos de desarrollo, gana terreno la
idea de que el comercio puede ser una herramienta muy útil y que
donantes y organismos internacionales deben hacer más por vincular
la ayuda para el desarrollo con el comercio. Al respecto, el CCI
tiene gran experiencia. Además de financiar la educación o la
salud, los organismos de desarrollo tienen que invertir en
capacitación productiva. Ahora, los organismos comerciales son más
conscientes de que algunos países necesitan ayuda para aprovechar
oportunidades y cumplir compromisos.
La Ayuda para el Comercio es un modo de conjugar decisiones
políticas de comercio y desarrollo, aumentando el resultado
potencial del desarrollo, verdadero ejemplo del efecto benéfico que
surte una mayor coherencia. Al respecto, hace falta una mentalidad
más abierta. Se solía hacer hincapié en el respaldo a la política
comercial; ahora, se sabe que la capacidad de oferta y las
cuestiones de infraestructura y ajuste son igualmente
importantes.
P: ¿Cómo nació el equipo de
trabajo?
R: En mayo de 2005, representantes de las
secretarías del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
(FMI) nos pidieron a Valentine Rugwabiza, por entonces Embajadora
de Rwanda ante la OMC, y a mí que iniciáramos un proceso informal
en Ginebra para aportar ideas sobre la manera en que el Banco y el
FMI podrían hacer más respecto a la ayuda para el comercio. Creamos
un grupo de donantes y destinatarios, organizamos debates
informales y, en julio de 2005, remitimos nuestras ideas a ambas
secretarías. El interés por esas cuestiones se mantuvo vivo en el
contexto de Ginebra.
En la Conferencia Ministerial de la OMC, celebrada en Hong Kong,
en diciembre de 2005, se pidió a Pascal Lamy, Director General de
la OMC, que creara un Equipo de Trabajo para estudiar cómo
instrumentar la iniciativa de Ayuda para el Comercio. También se le
pidió que celebrara consultas sobre la cuestión de los mecanismos
de financiación. El Equipo de Trabajo se creó en febrero de 2006 y,
tras una intensa labor, en julio de 2006, dentro del plazo de seis
meses que nos habían acordado los ministros de comercio,
presentamos nuestro informe que generó un amplio consenso.
P: ¿Quiénes integraron el Equipo de
Trabajo?
R: Los Embajadores de Barbados, Brasil, Canadá,
China, Colombia, Estados Unidos, Japón, India, Tailandia y la Unión
Europea, así como los coordinadores del Grupo
África-Caribe-Pacífico (Mauricio), el Grupo Africano (Zambia), y el
Grupo de los Países Menos Adelantados (PMA, Benin). A todos los
integrantes del equipo se les pidió que sus embajadores ante la OMC
fueran secundados por un experto en cooperación para el desarrollo,
entonces, los embajadores comerciales se pusieran en contacto con
expertos en desarrollo de la respectiva administración. Huelga
decir que los embajadores de los países en desarrollo también
aportaron su perspectiva y pericia personales en materia de
desarrollo.
Se me pidió que presidiera el Equipo de Trabajo a título
personal. Fue una experiencia enriquecedora para todos. Me
impresionaron mucho los aportes y el compromiso personal de los
miembros. Los embajadores acudieron personalmente, muy bien
preparados, y fuimos avanzando. Se celebraron múltiples consultas
con otros miembros de la OMC, organismos de desarrollo, grupos de
expertos y demás partes interesadas.
Ejemplo de nuestra interacción con interlocutores importantes
fue la preparación del cuestionario que remitimos a los organismos.
En algunos casos, tal como ocurrió en el CCI, generó mayor
conciencia y un debate sobre la mejor manera en que la organización
podía levantar los retos de ayudar al comercio para que obrara en
favor del desarrollo. Recibimos respuestas de todo el mundo: el
Banco Mundial, el FMI, bancos regionales de desarrollo, la UNCTAD,
el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la
Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial,
miembros del grupo de trabajo, organizaciones no gubernamentales,
el Comité de Asistencia para el Desarrollo de la Organización de
Cooperación y Desarrollo Económicos y muchos más.
P: ¿De cuánto dinero dispone la iniciativa de Ayuda
para el Comercio?
R: En Hong Kong, Japón anunció que en un
trienio destinaría al comercio, la producción y la infraestructura
de distribución US$ 10.000 millones de su asistencia para el
desarrollo; Estados Unidos ofreció ayudas por una cuantía anual de
US$ 2.700 millones hasta 2010 y la Unión Europea, €2.000 millones
al año para el mismo período.
Tengo entendido que en las consultas con Pascal Lamy, todos
reconfirmaron esas promesas.
Creo que existe una verdadera voluntad de aumentar la
financiación de la Ayuda para el Comercio, pero ésta debe basarse
en la demanda. Gastar más dinero de manera aislada no sirve. El
gasto debe obedecer al criterio del país en cuestión y reflejar los
puntos de vista de las partes interesadas a escala nacional.
P: ¿Cuál es el alcance de esa
iniciativa?
R: En lo que se refiere a poner en práctica la
iniciativa Ayuda para el Comercio, el informe del Equipo de Trabajo
contiene recomendaciones para todos.
Los destinatarios deben mostrar voluntad política de incorporar
el comercio en las estrategias de desarrollo. En el plano nacional,
es importante construir sobre lo que ya existe. Los PMA deberían
identificar las necesidades comerciales y, a través del Marco
Integrado (MI), sugerir prioridades a los socios en el desarrollo.
En los documentos de estrategia de reducción de la pobreza se puede
ir más lejos en lo que se refiere a incorporar las necesidades
comerciales. También es importante celebrar amplias consultas con
el sector privado, la sociedad civil y los organismos
gubernamentales que corresponda.
En muchos casos, y hasta la fecha, en las estrategias de
reducción de la pobreza no se ha dado un lugar suficientemente
grande al comercio. Uno de los motivos es que los representantes
oficiales de esos países carecían de la capacidad necesaria para
hacer ese tipo de análisis, y otro, que los donantes poco saben del
poder de generar empleo que tienen los pequeños proyectos de
desarrollo del comercio.
Además, es preciso que los donantes coordinen su enfoque. Por
ejemplo, los PMA deberían servirse del MI para detectar las esferas
que necesitan apoyo y respaldar esfuerzos para elaborar proyectos y
programas susceptibles de ser financiados.
Recomendamos que los donantes reforzaran su pericia comercial,
tanto en el terreno como en la sede central.
Es importante que haya una perspectiva regional. No es fácil
obtener una financiación regional, porque en muchos casos, sólo los
países pueden recibir préstamos, las regiones no. Ahora bien,
algunas limitaciones son transfronterizas por naturaleza y las
soluciones regionales pueden ser la mejor vía de mejorar el
comercio. Por ejemplo, los laboratorios fitosanitarios que hacen
controles de calidad pueden organizarse mejor a escala regional.
Tal vez sea preciso que las carreteras tengan que atravesar varios
países africanos para llegar a los puertos.
Afirmamos que en estos programas habrá que tener plenamente en
cuenta las consideraciones de género. Creo que eso es primordial en
cualquier documento importante de la OMC.
Todo esto reviste importancia porque así, se puede dar
seguimiento a las acciones y supervisarlas.
P: ¿Dónde se inserta el sector empresarial en este
cuadro?
R: Para ser eficiente, la coordinación nacional
ha de incluir al sector privado. En muchos casos, las empresas son
las mejores fuentes para identificar los puntos fuertes y los
puntos débiles de las economías, así como los retos concretos que
se plantean al sector comercial. No sólo las asociaciones de
empresarios, sino las propias empresas, incluidas las
multinacionales, deberían conectarse con el gobierno.
Las empresas pueden desempeñar un papel importante en la
realización de proyectos. Subrayamos que hay que "usar la capacidad
local".
En cuanto a la supervisión y la evaluación, el sector privado
debería tener la oportunidad de informar sobre sus aportes a la
Ayuda para el Comercio.
P: ¿Cómo saber si vamos por buen
camino?
R: Los países en desarrollo tienen que recabar
datos para evaluar el impacto de la globalización y fijar
prioridades en cuanto a la cooperación para el desarrollo. Muchos
de esos países carecen de la capacidad o el personal necesarios
para hacer ese tipo de estudios, a partir de los recursos
existentes; entonces, para hacerlos, necesitarán que se les dé una
mano mediante la ayuda para el comercio. También es preciso que
estos países compartan sus mejores prácticas y experiencias. La
recolección de datos requiere inversión; sin ella, los economistas
pueden asesorar erróneamente, los proyectos conllevar
intervenciones equivocadas... y el comercio dejar de favorecer el
desarrollo.
La supervisión y la evaluación son fundamentales para cimentar
la confianza. La OMC puede cumplir una importante función de
supervisión. Recomendamos que, a intervalos regulares, un órgano de
seguimiento de la OMC proceda a una revisión global de la
iniciativa de Ayuda para el Comercio, basándose en informes de
varias fuentes que luego podrían compararse con los análisis y las
prioridades anteriores. Un debate anual en la OMC nos permitiría
encontrar lagunas, analizar soluciones y ejercer presión, todos eso
mostraría lo que funciona y lo que no.
P: ¿Qué llevó a ese cambio de
mentalidad?
R: La actual ronda de negociaciones comerciales
es el Programa de Doha para el Desarrollo. Nosotros le pusimos ese
nombre que ha dado energía a investigadores y organizaciones no
gubernamentales para examinar aspectos del desarrollo relacionados
con el comercio. Además de la investigación, muchos documentos
políticos tales como el informe de la Comisión Blair para África
(2005), los documentos de referencia del informe sobre Bienes
Públicos Globales (2006) y la Cumbre del Milenio de las Naciones
Unidas celebrada en 2005.
Mia Horn, economista y diplomática sueca, presidió el Equipo
de Trabajo de Ayuda para el Comercio de la OMC que hizo sus
recomendaciones en julio de 2006.
Natalie Domeisen, Redactora Jefa, y Peter Hulm, Redactor
Adjunto, deForum de Comercio hablaron con
ella sobre los fundamentos y el alcance de la Ayuda para el
Comercio.